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El es cuyano hasta la pata. Además de haber nacido en Mendoza, sobra con escucharlo tocar su guitarra de siete cuerdas y con reproducir, además de ciertos giros propios, piezas de la quintaesencia de autores de su zona: Hilario Cuadros o Félix Dardo Palorma, entre ellos. Ella no lo es –nació en Tierra del Fuego, para más data– pero es como si lofuera. Sobre todo desde que se unió a él en la música hacia finales de 2013 ¡en Madrid! El, Martín Castro, y ella, Casiana Torres, mostrarán tal simbiosis, una vez más, mañana a las 22 en La Paila, peña ubicada en Costa Rica 4848, bajo el aura de un título sugerente: “Frutos del silencio, canto del viento”. “Nos encantó este título, para nombrar este conjunto de canciones que se fueron juntando por el viento, de todo un camino por el país que hicimos el año pasado.

Recorrimos la argentina cantando, presentándonos en muchos lugares y cual fruto fresco, aparecieron”, revela la fueguina ante Página/12, sobre un grueso puñado de canciones que contemplará, “Milonga de ser mujer”, de otros dos cuyanos de pura cepa (Marita Londra y Jorge Marziali); “Estampa del río crecido”, del Negro Aguirre; “A mi pueblo ferroviario”, cueca de Pedro Palacio, y, entre varios más, “Del alto verde”, cueca instrumental de la pata masculina del dúo. “El repertorio está sostenido desde la estética que proporciona la guitarra de siete cuerdas, o violao, porque aporta a la química musical una mayor profundidad en el sonido y en los climas”, explica Castro, además director del ciclo de música cuyana, “Mi Pueblo es un vino compartido”.

–Si bien hay mayoría de piezas cuyanas, el repertorio total se deja tentar por cierto eclecticismo.

Casiana Torres: –Suena ecléctico porque así somos, porque nos emociona y atraviesa tanto una milonga como un chamamé, ya que la manera de comprometernos con el mensaje del canto popular es apropiarnos de la extensa y ecléctica geografía musical que tenemos, y escuchar a los cantores y musiqueros de todo el país, que son los que guardan la sabiduría intacta como una gema en el corazón del pueblo.

–¿Y cómo es, desde ese federalismo, hacerse camino entre la selva, aquí en Buenos Aires? ¿Se “adaptaron” a la jungla?

C. T.: –Trato de transitar el camino poema a poema, tener poesía, música y arte en mi vida, es fundamental porque ello me sostiene y trato de que lo demás no me invada. A veces no lo logro, porque es un ambiente cruel de competencias absurdas. Nadie puede ser la luz del otro, ni tener otra voz que no sea la propia. Cuesta, porque el sostén para los artistas independientes es una red que siempre está a punto de romperse.

Mientras Casiana está abocada a la salida de su tercer disco, grabado en Mendoza (El corazón de la tierra), Castro está haciendo lo propio con Mientras que el río llegue, además de continuar con su ciclo de música cuyana junto a Fernando Pedernera. “Es un espacio que aglutina a diferentes expresiones musicales de las nuevas tendencias del folklore cuyano, con la presencia de algunos referentes históricos, que lo prestigian”, cuenta el guitarrista.