Dom 27.03.2016
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CINE

Director contratado

En Me casé..., Juan Taratuto vuelve a trabajar con Adrián Suar. En su rol de protagonista, pero también de productor y de programador de El Trece, Suar es mucho más que el actor que interpreta al ególatra Fabián Brando. “Adrián ya es un capocómico, porque tiene complicidad con el público y maneja muy bien el género”, dice Taratuto. “Hay una escena en la película, en la que en medio de una discusión con el director, éste le pregunta a Brando si quiere que lo cague a trompadas. Y el personaje de Suar responde: ‘Tengo continuidad’. Yo me tiré al piso de la risa, porque Suar la tiró espontáneamente y sin haber avisado a nadie. Eso habla de lo que es ser un capocómico. No sólo por el gag en sí, sino porque además esa cobardía encaja muy bien con la personalidad del personaje”.

–¿O sea que la relación que entabla con Suar a la hora de dirigirlo es distinta a la que construye con cualquier otro actor?

–Es diferente. Adrián no es quien es de casualidad. No es el programador de El Trece o productor de Pol-Ka porque sí. Lo es porque tiene un conocimiento, gusto y sensibilidad que puede transmitir a sus productos. La diferencia de Un novio... con Me casé... es que Adrián estaba más involucrado en el proceso, por lo que fue un trabajo más dialogado, de llegar a un consenso. Otros actores no tienen ni les interesa tener esa visión integral. Por lo general, los actores trabajan sobre sus personajes y escenas. Tienen su laburo sesgado al personaje. Adrián va y viene desde el delante de escena al detrás. Su capacidad multitasking es la que lo convierte en quien es.

–Y a la hora de dirigir, ¿cómo se lleva con esa inquietud del actor/productor?

–En este caso, fui un director contratado. Esa fue mi condición. Obviamente, me rompe las pelotas cuando alguien me dice algo. Creo que hay una manera de hacer las cosas. Es un aprendizaje de la edad, también, evaluar otras posibilidades que en el momento o en la previa resultan imposibles y en el durante se presentan como caminos interesantes. Uno siempre tiene que tener la cabeza abierta. A veces, uno confirma que el pensamiento de uno es el correcto, en esta subjetividad enorme que es hacer una película.

–No es dogmático, no practica esa idea de que el cine es del director.

–Sí, soy dogmático. No creo en las creaciones colectivas. Es imposible que todos salgan beneficiados de una creación colectiva. Siempre hay alguien que pierde ante cada decisión. Sin dudas, Me casé... fue la película más consensuada que hice; no sólo con Adrián, con Valeria también. Es el “costo” de ser un director contratado. Pero la verdad es que fue una experiencia buenísima. En mi bipolaridad, creo que el proceso de ser contratado también tiene sus beneficios. No tuve que encargarme de todo lo productivo, puse cara de boludo cuando necesitaba otro día más de laburo... En la Argentina no hay muchas posibilidades de ser un director contratado.

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