La faceta de productor musical es un terreno que Aristimuño viene explorando de manera fructífera en los últimos años. “Es un lugar donde me siento muy cómodo, elijo con quién hacerlo. Tiene que haber un vínculo humano muy fuerte y tiene que estar muy claro el mensaje del artista”, cuenta el músico. En 2013, coprodujo Maldigo, de Liliana Herrero. “Aprendí mucho trabajando con ella. Tenía su repertorio elegido y la tarea fue modificar un par de cositas, ver algunos arreglos de la banda y lograr que ella estuviera feliz con el resultado”. Y el año pasado se embarcó en la producción de un proyecto más ambicioso: el regreso de Fabiana Cantilo a las canciones propias. El resultado fue el bellísimo disco, Superamor (2015), en el que Aristimuño dejó su sello en la producción y los arreglos. “Ella primero me mostró un tema y me dijo que quería que se lo produjera. Y a los dos días me llamó para que hiciera todo el disco. Y salió un discazo. Me siento parte del disco. Fabi hizo una gran obra, es muy talentosa. Me parece una artista argentina del carajo. A Fabiana no le podés decir nada”, se alegra el músico, quien dejó su particular estilo en canciones como “Girasoles”, “Superamor” o “Miedo”.