MUSICA › OPINION
› Por kevin Johansen
Conocí a Jorge Drexler a fines de 2001, cuando escuché por primera vez uno de sus discos. Creo que ahí ya empecé a sentirme amigo musical suyo. Después lo vi en La Trastienda y me impresionó su musicalidad y la variedad de lo que hacía: si bien su obra mantiene una unidad y una coherencia, todo lo que hace es muy variado y, sobre todo, de una gran sutileza. Drexler no es un cancionista clásico, aunque también tiene la capacidad de hacer buenas canciones clásicas. Su habilidad es la de romper y mover de lugar, jugar con la estructura de una canción clásica y transformarla en otra cosa. Quien escuche “La edad del cielo” puede darse una idea de la calidad de este movimiento. Con él compartimos el desgenere de la música, ese término a él también le gusta mucho. Siempre nos convidamos mutuamente para compartir canciones, hay una afinidad que hace que nos sintamos cómodos juntos.
Me da la sensación de que 12 segundos de oscuridad es un disco muy personal e íntimo, una búsqueda de Jorge hacia adentro. La metáfora de los doce segundos del faro de Cabo Polonio resume eso. Aunque, en realidad, yo se la podría discutir: en su caso, deberían ser once segundos de luz y uno de oscuridad, porque el muchacho es súper luminoso. Por lo demás, es un disco súper Jorge. Y tiene dos covers, uno de Radiohead y otro de Titâs, que están buenísimos. Así que... a disfrutar del amigo Drexler.
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