–Porque se relaciona con una anécdota de mi vida artística: inventé la palabra “Manal” por esos juegos de palabras que siempre me gustó hacer. En la noche de la timba se decía “¿cómo viene la mano?”, “viene minal”, porque hay minas, o “viene manal”, cuando pintaba una buena noche. Pero un día fui a la Biblioteca Joaquín V González, donde hay un diccionario de la Real Academia Española que tiene cien tomos. Fui a buscar si existía la palabra y la bibliotecaria me dijo que la busque en el índice. Grata fue mi sorpresa cuando la encontré. Y su significado es el argumento del tema “El factor invisible”.

–A través de algo que Carl Gustav Jung llamaba coincidencia significativa, o sincronismo. ¿Por qué? Porque un manal es un instrumento antiguo de labranza que se usaba en la Edad Media, en el norte de España, para golpear las espigas de trigo y hacer saltar el grano. Y de allí, de Asturias, proviene mi familia. Mi madre era asturiana. El día que descubrí eso dije “esto es un sincronismo que algún día voy a tener que contar”.

–Totalmente (risas). Me guardé el secreto durante muchos años, porque soy muy rumiante, y ahora me decidí a escribir la letra, porque en la palabra Manal hay un factor invisible. ¿Quién me mandó mirar el diccionario? Para mí es algo que cierra con el realismo mágico.