Un bailarín debe elegir su vocación desde muy joven. Con sólo ocho años, Iñaki Urlezaga sabía lo que quería ser en la vida. Comenzó sus estudios de ballet en La Plata, su ciudad de origen, y al poco tiempo fue admitido en el instituto superior del Teatro Colón. Enseguida obtuvo una beca para ir a estudiar en la escuela del American Ballet de Nueva York y al poco tiempo fue recibido como aprendiz de la compañía del New York City Ballet, donde comenzó su carrera profesional. Su corazoncito lo trajo de vuelta a la Argentina, donde ingresó a los cuerpos estables del Teatro Argentino de La Plata y el Teatro Colón. En 1995, el Royal Ballet de Londres descubrió su talento y lo incorporó a sus filas, donde pronto se convirtió en primera figura. Tras diez años de intenso trabajo, que combinó con la creación y preparación de su propia compañía, el Ballet Concierto, el bailarín decidió abandonar el ballet inglés para radicarse en Holanda, como primer bailarín del Het National Ballet. ¿Planes para el futuro? “Me gustaría poder llegar a tener un teatro en Argentina, para que el Ballet Concierto tenga una base sólida”, anhela. “Entonces generaríamos nuestro propio público... Si no, uno está obligado siempre a salir de gira.”