Violencia, dolor y miedo es lo que refleja este episodio extraído de la historia de Rusia, ante cuya ideología y desenlace el director Gonzalo Martínez decidió inclinarse por la ambigüedad: “Ese es el lugar que nos quedaba”, sostiene. Actor y director, dramaturgista y asistente de dirección, Martínez se inició en el teatro en 1992 y participó entre otros títulos de El montaplatos, de Harold Pinter; Proyecto inmigrantes. Fundación; Open House; La forma que se despliega, de Daniel Veronese; La cura; Dramas breves 2, de Philippe Minyana, e Informe demiurgo, de Carolina Balbi. Ha comenzado a ensayar (como actor) en dos obras de Lola Arias (Sueño un revólver y Striptease, piezas de una trilogía de Arias); y en una nueva creación de Matías Feldman: Todo se desmorona salvo el dolor.