CINE › LAS RAZONES DEL DIRECTOR PARA FILMAR EL EVANGELIO
Además de poeta, novelista, cineasta y lingüista, Pier Paolo Pasolini (1922-1925) fue un ensayista e intelectual de primer orden, capaz de conceptualizar mejor que nadie sus propios films. A continuación se reproducen cartas y textos dispersos de Pasolini (reunidos en la exhaustiva biografía escrita por Nico Naldini y publicada en español por Circe) sobre las motivaciones que lo impulsaron a rodar El Evangelio según San Mateo.
- “Por lo que a mí respecta, soy anticlerical (¡no me da ningún miedo decirlo!), pero sé que en mí hay dos mil años de cristianismo: yo he construido con mis antepasados las iglesias románicas, después las iglesias góticas y después las iglesias barrocas: son mi patrimonio, en el contenido y en el estilo. Estaría loco si negara esa poderosa fuerza que está en mí, si dejara a los curas el monopolio del Bien.”
- “Mi idea es ésta: seguir punto por punto el Evangelio según San Mateo, sin hacer de él un guión o una reducción. Traducirlo fielmente a imágenes, sin ninguna omisión o añadido al relato. También los diálogos deberían ser rigurosamente los de San Mateo. Diciéndolo con palabras muy sencillas y pobres: yo no creo que Cristo sea hijo de Dios, porque no soy creyente, al menos conscientemente. Pero creo que Cristo es divino: es decir, creo que en él la humanidad es tan profunda, rigurosa, ideal, que va más allá de los términos comunes de la humanidad. Querría que mi película pudiera ser proyectada el día de Pascua en todos los cines parroquiales de Italia y del mundo.”
- “No hablemos de arrepentimientos, de conversiones, por favor... No me parece que haya que asombrarse ante El Evangelio..., pues leyendo todo lo que he producido siempre había implícita una tendencia al Evangelio, desde mi primera poesía de 1942, donde había un Cristo que se identificaba en un hijo que hablaba con su madre en un imaginario día de Pascua y el hijo acababa diciendo: ‘Cristo es oscura luz’. Por lo tanto, es un tema muy antiguo de mi vida que he retomado. Y lo he retomado en un momento de regresión irracional, en el que todo lo que había hecho hasta ese momento no me satisfacía, me parecía en crisis y me he agarrado a este hecho concreto de hacer el Evangelio”.
- “Tal vez precisamente por ser tan poco católico, he podido amar el Evangelio y hacer sobre él una película: no tengo las resistencias interiores contra la religión que inhiben a un marxista que haya sido verdaderamente un burgués católico (...) He podido hacer El Evangelio tal como lo hice porque me siento libre y no temo escandalizar a nadie; y, por último, porque siento que la palabra de amor (incapacidad de concebir psicológicamente discriminaciones maniqueas, instinto de ir siempre más allá de las costumbres, retando toda contradicción), palabra de amor de la que ha sido un paladín Juan XXIII, debe ser considerada como un compromiso de nuestra lucha”.
- “La figura de Cristo debería tener la misma violencia de una resistencia: algo que contradiga radicalmente la forma en que se está configurando la vida del hombre moderno, su gris orgía de cinismo, ironía, brutalidad práctica, compromiso, conformismo, glorificación de la propia identidad en relación con la masa, odio hacia toda diversidad, rencor teológico sin religión”.
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