–Hoy su público se amplió y cambió, hay más jóvenes y el target es otro. Los que lo siguen desde la primera hora, cuando lo suyo era más acotado y más “de psicobolche”, deben sentirse raros cuando van a verlo. ¿Qué tiene para decirle a esa gente?

–Que por alguna jugada del destino lo que tenía la etiqueta de psicobolche perdió la etiqueta, sin dejar de tenerla en un lado del corazón, porque yo soy zurdo. Psico no, ¿eh? Nunca lo fui (se ríe). Pero zurdo sí, y lo sigo siendo. En España soy rojo, aquí soy zurdo. Psicobolche no. Pero bueno, tal vez sus hijos, y tal vez sus nietos, escucharon eso que les pusieron ellos, y tal vez los cantantes contemporáneos de sus hijos y de sus nietos no les dieron lo que generacionalmente les debían. Entonces se vuelven a mirar al tío zurdo, borracho, que vuelve a Buenos Aires, que se iba a morir y no se murió... No sé, son cosas divertidas que le pasan a un personaje con bombín, que no soy yo.