Surgido en la oscuridad del Parakultural, Tortonese fue uno de los exponentes nacidos en esa usina artística de los ’80 que logró trascender con el correr del tiempo. En aquella época, el actor formaba junto a Batato Barea y Alejandro Urdapilleta un trío que renovó la escena artística porteña. A la muerte de Barea, el trío se redujo a dúo, cuya primera creación, de las tantas que estrenaron en las salas off de la calle Corrientes y reductos como Ave Porco y el Club del Vino, fue Mamita querida. El salto de la dupla Tortonese-Urdapilleta a la pantalla chica se dio de la mano de Antonio Gasalla, quien los convocó para que hicieran un sketch semanal en su programa. Sin embargo, un buen día, la dupla se dividió “por esas cosas de la vida”, en palabras de Tortonese, y cada uno se largó a hacer su camino. Sin embargo, el actor confiesa que en el último tiempo tuvieron un acercamiento, pequeño, pero acercamiento al fin. “Hace poco –cuenta Tortonese– me llamó Urdapilleta a las 6 de la mañana. Me dijo que había estado viendo unos videos nuestros y que le dieron ganas de llamarme. La verdad es que estuvo buena esa charla, después de tres años de distanciamiento. Porque Alejandro, más allá del afecto personal que le tengo, es un monstruo actoral tremendo, un tipo supercreativo. En algún momento volveremos a hacer algo juntos, porque quedaron muchos proyectos inconclusos. Pero que nadie se ponga contento: el otro día lo llamé para el cumpleaños, le dejé un mensaje y ¡nunca me contestó!”