Jueves, 29 de marzo de 2007 | Hoy
TEATRO
De mal... se presenta jueves y viernes a las 22, en Thames 1426. Más que en el relato de la Argentina pujante de la generación del ’80, hace foco en la deuda externa, las luchas sociales, la marginación y la transformación de la frontera. La obra, inspirada difusamente en la dramaturgia de Florencio Sánchez, comenzó a tomar forma al surgir los personajes de una familia estragada por una deuda imposible de honrar, los Rocataglione, y los Méndez Uriburu.
–¿Qué elementos conservaron de la historia argentina?
–Tomamos como excusa lo histórico y lo transformamos en un elemento ficcional. Entre 1880 y 1910 hubo manifestaciones obreras, atentados, represión y, a la vez, se preparaban los festejos del centenario, gastando fortunas en una arquitectura que diera cuenta de la opulencia en la que algunos vivían. La clase dirigente creyó que era posible gastar indefinidamente, dejar de trabajar y trasladar sus beneficios al plano especulativo.
–¿Cuáles son los núcleos del comportamiento argentino a los que suele hacer referencia?
–El siglo XIX está marcado por el hecho de soportar la condición de ser argentinos. De sentirnos obligados a explicar cosas que no hicimos y dar cuenta de horrores que no entendimos. Tomamos la idea de la deuda –el dolor, la humillación y la brutalidad de estar en deuda, económicamente y de un modo existencial– como motor de una maquinaria perversa que se introduce en la estructura familiar y desata una serie de conductas. Para no caer en el didactismo y la solemnidad, elegimos el humor. Pero es una historia de traiciones y corrupción, de inmoralidad, que muestra el desgaste de unos seres que se salvan momentáneamente. Porque luego volverá la máquina a destrozarlos.
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