LITERATURA › PRESENTACION DE “VENTANA A LA PLAZA DE MAYO”
› Por Silvina Friera
La lluvia no amilanó a la gente que eligió como refugio el predio de la Rural. Muchos saltaron charcos y esquivaron las goteras de los pabellones hasta llegar a la sala Julio Cortázar. Aunque Osvaldo Bayer no pudo asistir por razones de salud, las Madres no ahorraron elogios para este hombre íntegro que las supo acompañar cuando muchos intelectuales les daban la espalda o no las escuchaban. Y lo retaron, bastante, como si fuera un niño travieso, caprichoso e incorregible. “Lo queremos y le pedimos desde acá que no diga siempre que sí a todo, que se tiene que cuidar porque tiene 80 años”, dijo Mercedes Meroño durante la presentación de Ventana a la Plaza de Mayo. El libro incluye 57 columnas escritas entre 1984 y 2006 por el historiador, escritor y periodista para el Periódico Madres de Plaza de Mayo, compiladas por Fabián D’Aloisio y Bruno Nápoli, docentes de la Universidad Popular de Madres de Plaza de Mayo, con prólogo de Hebe de Bonafini y epílogo de Horacio González. “Me pidió que no hablemos mal de él, aunque no esté”, bromeó Nápoli, y contó que Osvaldo estaba malhumorado por una fiebre que no le permitía levantarse de la cama. Como tampoco pudo estar Bonafini por exceso de trabajo –la asociación está organizando una serie de actividades por la conmemoración de los 30 años, que se cumplen el próximo lunes 30–, Ebel de Petrini se encargó de repasar cómo los escritos de Bayer reflejaron y reflejan con toda claridad el momento político y social del pasado y del presente.
“Es una mirada a nuestros comienzos, a nuestras luchas contra los horrores de los genocidas, vista desde los ojos, los sentimientos e ideología de un hombre que es un gran investigador histórico”, señaló Petrini sobre las columnas que integran el libro. “Osvaldo representó y representa, desde que nos conocimos, el amigo y compañero solidario, con quien compartimos momentos duros y de broncas.” Petrini señaló que Bayer las ayudó desde su exilio, “cuando las Madres luchábamos para transmitir al país y al mundo que nuestros hijos eran detenidos desaparecidos, que se torturaba, que había campos de concentración, que se asesinaba con total impunidad, que se había impuesto el terrorismo de Estado”. Nápoli recordó que cuando Bayer regresó del exilio, el único medio que le dio trabajo fue el Periódico de las Madres. Nápoli dijo que Bayer intenta establecer un fuerte debate y polémica sobre el genocidio. D’Aloisio subrayó que la escritura de Osvaldo, “a contrapelo de la historia oficial”, se insertó en el relato vital y político de las Madres. “No es casual que el nombre de las columnas sea Ventana a la Plaza de Mayo –planteó uno de los compiladores–. Osvaldo y las Madres no le tienen miedo al poder. Como pensador, lo desvela entender el porqué y el cómo de los genocidios y de las claudicaciones en esta sociedad”. D’Aloisio planteó que para Bayer “hay una certeza en la Plaza: son las Madres y los hijos que viéndolos a ellos recuperan la voz como eternas presencias que lo obligan a grandes definiciones. Frente al genocidio, no puede haber medias tintas”.
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