MUSICA
- Tomás Lipán: “Lo primero que se me aparece en el recuerdo de Vilca es su hombría de bien. Era un hombre muy dado a los demás, a veces demasiado. Por ahí yo lo aconsejaba: ‘Cuidado, Ricardito, que no se abusen...’ Adonde lo llamaran, él iba, con su guitarrita y sus músicos. Fue un hombre bueno, en todo sentido. De los que siempre tienen las puertas de su casa abiertas. Y también un hombre sabio, un músico de una sensibilidad enorme. Yo siempre decía que Ricardo era nuestro Beethoven, nuestro Mozart, porque fue un revolucionario de la música de la Quebrada. Expresaba su sentir como quebradeño, hacía música desde Humahuaca, con los sonidos que lo rodearon desde la cuna; pero sus obras no eran del común de la música de la región que uno viene escuchando. Sus composiciones se apartan de lo quebradeño más típico, y a la vez transmiten una gran sabiduría, por eso logran enquistarse dentro del corazón de los demás. Hoy siento el dolor de la partida de un amigo, un hermano y un genial músico. Sólo me queda una resignación, y es que sus obras están con nosotros. Está vivo en su música”.
- Fortunato Ramos: “A Ricardo lo recuerdo por su espíritu, su grandeza y su gran humildad. Era, sobre todo, un muchacho muy humilde, calladito, silencioso y, sin dejar de lado esa forma de ser, era un maestro. No solamente porque era maestro de música en las escuelas rurales o porque sus creaciones han recorrido el mundo. Con su estilo, él les contó a todos cómo es la Quebrada. En su música mostró desde el silencio hasta el sonido de los elementos naturales de la región, y también los animales, o las campanas. Lo que él lograba era como poesía musical. Tengo una grabación que se llama Fortunato dice sus poemas, donde él me acompaña en la música. ¡Qué lindo, qué suerte que pude compartir tantas cosas con él!”
- Jaime Torres: “Siento que con Ricardo Vilca ocurre lo mismo que con tantos artistas que, lamentable y dolorosamente, juegan siempre este papel. Reconocemos su valor recién cuando no están, cuando nos faltan. Pareciera que nos cuesta mucho una palabra de apoyo, de aliento, en vida. Seguramente en este momento hay un manto muy oscuro en la Quebrada de Humahuaca, porque se fue uno de sus hijos predilectos, que tanto le ha cantado, con amor, con hondura y con conocimiento. Nunca olvidaremos esa modestia y esa humildad que lo caracterizaban. A ese maestro que se trasladaba en un colectivo por los pueblitos, a altas horas de la noche, para ir y entregar lo suyo. Hoy soy uno más de los que lamentamos no haberle entregado más cosas a un hombre que siempre se valió sólo de sí mismo. Fue un artista que no esperó nada de nadie y que siempre se brindó”.
- Tukuta Gordillo: “La muerte de Ricardo es una mochila muy dura, porque éramos compinches de un montón de cosas. El fue el más fino e iluminado de nosotros, el que comprendió que la música es un elemento más de la naturaleza, y por eso hizo sonar la música de los zafreros, de los hacheros, de los andinos, y el sonido profundo del hombre parado en medio del todo y de la nada, que es la Puna”.
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