CINE › ENTRE EL DOCUMENTO FAMILIAR Y LA MIRADA POLITICA
› Por Horacio Bernades
¿Puede una familia representar a todas las familias? ¿Es posible narrar, a través de un único núcleo familiar, la historia de una comunidad, buena parte de los acontecimientos que atravesaron un siglo y un país enteros? Esas son las preguntas que inevitablemente se habrá hecho David Blaustein a la hora de encarar Hacer patria, dos largas horas en las que el realizador de Cazadores de utopías y Botín de guerra deja por una vez de lado el documental político para abordar el documental familiar. Claro que la historia de los Blaustein y los Korogodzky, las dos ramas de su árbol, se entreteje hasta tal punto con la política del siglo XX que habría que ser demasiado miope para no ver una vinculación estrechísima con sus dos films anteriores. Que tal vez fueran, a su vez, formas de narrar otras historias familiares, entroncadas con ésta: la de la militancia de los ’70 y la de los hijos y madres de esos militantes.
Que Hacer patria marca una ruptura narrativa con las dos películas anteriores de Blaustein se percibe de entrada y a todas luces. Es como si el realizador hubiera querido plantar bandera, rápidamente y sin dejar lugar a dudas, poniendo como mojón su propia presencia en cámara, que en Cazadores... y Botín de guerra quedaba sistemáticamente sustraída. En la secuencia inicial de Hacer patria, Blaustein se encamina a las oficinas de la Administración General de Puertos, en cuyos añosos libros de registro hallará, de un modo que se vive como milagroso, el nombre de abuelos y bisabuelos, llegados de Polonia en las primeras décadas del siglo pasado. Es el arranque de un relato que tiene al director de la película por protagonista directo y que sigue, a la manera de una saga, la historia de los Blaustein y los Korogodzky, desde el momento en que los patriarcas de ambos clanes desembarcaron en Argentina hasta el presente. Un siglo casi entero de historia familiar, que refleja, con asombrosa puntualidad, la historia de la comunidad judía en Argentina. Y la de la propia Argentina, desde aquel granero del mundo hasta el presente.
Hacer patria atraviesa todos los grandes temas de la nacionalidad, desde las corrientes inmigratorias de comienzos del siglo XX hasta lo que podría llamarse el país de la posmilitancia revolucionaria. Ese trayecto echa luz directa sobre la influencia de la revolución rusa en los socialistas argentinos primigenios, la constitución de los primeros sindicatos obreros, la Semana Trágica, los pogromos de los años ’20 y el vasto recorrido de la izquierda, del anarquismo al peronismo, con paradas en el socialismo y el comunismo. Claro que todo esto es evocado a través de la historia particular de la familia Blaustein-Korogodzky y sólo por el hecho de que sus miembros participaron de esas grandes oleadas históricas. “El día de nuestra primera cita tu papá nunca llegó, porque lo habían metido preso, por tenerlo fichado como comunista”, le cuenta su madre al realizador, en una escena típica, por el modo en que las historias personales entroncan fluidamente –gracias al guión escrito por Blaustein y Luisa Irene Ickowicz, y al no menos preciso montaje de Juan Carlos Macías– con las de esa Historia que se escribe con mayúsculas.
De modo semejante, tíos y hermanos evocarán, desde el living, las tormentosas discusiones familiares, motivadas por la militancia de uno u otro en movimientos sionistas socialistas, por la comprometida compaginación entre la fe en el comunismo internacional y las matanzas del stalinismo, o entre la tradición socialista familiar, cierto gorilismo culpable y la final adhesión de algunos al peronismo revolucionario. Si la Historia ingresa a través de esas historias en minúscula, la evocación se hace en estricto presente, acudiendo a fragmentos de archivo (que no son de esos que suelen verse en todos los documentales) y a imágenes del álbum familiar de los Blaustein-Korogodzky, de las que son parte filmaciones caseras, hechas en casa de la abuela o de algún tío. “Mi vieja” o “Mi primo Buby”, dicen los típicos cartelitos sobreimpresos de los documentales, en esta ocasión menos típicos, contagiados tal vez del cálido aire de familia y la narración en primera persona, que pueden llegar a convertir al espectador en cautivo de esta película-living. Dicho esto no sólo en referencia al ambiente hogareño por excelencia, sino también por lo viva que Hacer patria está.
8-HACER PATRIA
Argentina/España, 2007.
Dirección: David Blaustein.
Guión: Luisa Irene Ickowicz y D. Blaustein.
Montaje: Juan Carlos Macías.
Fotografía: Marcelo Iaccarino.
Música: Pablo Green.
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