“¿Es posible? Es demasiado bello. ¿Realmente yo escribí eso?”, dicen que dijo Jules Massenet cuando escuchó el primer ensayo orquestal de Werther, pocos días antes de su estreno, el 16 de febrero de 1892. La frase es, por supuesto, incomprobable. Pero hay algunos datos firmes. Uno, corroborado por una carta que Massenet escribió a su amigo Paul Lacombe, en 1880, es que ésta era exactamente la ópera que Ma-ssenet quería escribir, aunque la Opéra Comique se negara a estrenarla “por deprimente”. Otro es la propia música. Más allá de la pretendida autocomplacencia del compositor, la orquestación, el orden interno y, desde ya, los pasajes solistas, son magníficos. Y si fuera necesaria alguna prueba bastaría con ese final en que el canto de los niños, a lo lejos, se sobreimprime al dolor de Charlotte ante la muerte de Werther.

Con libreto de Edouard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann, basado en la novela de Johann Wolfgang von Goethe, Werther volverá a escena hoy a las 20.30, en el Teatro Coliseo, como parte de la temporada fuera de sede del Colón. La dirección musical será de Arturo Diemecke y la puesta en escena corresponde a Louis Désiré, quien el año pasado realizó para el Colón la escenografía y el vestuario de A midsummer night’s dream, de Benjamin Britten. Los protagonistas, en esta ocasión, serán el tenor Jonathan Boyd, quien también fue parte de la producción de A midsummer night’s dream de 2006, la mezzosoprano Mariana Rewerski, quien actuó en la temporada del Colón del año pasado en Così fan tutte y en el mismo equipo que tuvo a su cargo la ópera de Britten. Albert, el marido de Charlotte, estará interpretado por el barítono Luciano Garay, protagonista de Wozzeck en la apertura del Colón de 2007 y Sophie, su cuñada, estará en manos de la soprano Graciela O-ddone. Con participación de la Orquesta Estable y del Coro de Niños del Colón, preparado por Valdo Sciammarella, Werther contará con iluminación de Luis Conde, y en papeles secundarios actuarán Juan Barrile, Gabriel Renaud y Leonardo Estévez. Además de la de hoy, habrá funciones el domingo 16, a las 17, el miércoles 19 y viernes 21, a las 20.30, y el domingo 23 a las 17.

Werther es, en la tradición del Fidelio beethoveniano, una ópera donde los personajes perteneces al burgo. Pero en este caso el tema nada tiene que ver con la historia con mayúsculas. Un poeta y la hija de un empleado administrativo sufren por amor. No hay tampoco enfermedades ni calamidades planetarias. Apenas un matrimonio que se interpone. Si bien el texto es sumamente anterior a la ópera –y causó un efecto devastador en las jóvenes que lo leían, causando una ola de suicidios–, este género fue bastante refractario, durante todo el siglo XIX, a incorporar las novedades literarias, sobre todo si implicaban una perspectiva social que pudiera ofender al público. En realidad, el duelo entre temáticas en el interior de la “ópera seria” reflejó, ni más ni menos, que al duelo entre los públicos. En la medida en que la burguesía se fue adueñando de los lugares que habían sido de la nobleza, también los héroes dejaron de ser dioses, reyes y príncipes para empezar a ser poetas, jóvenes mujeres sensibles, los niños del pueblo. Ni más ni menos que aquellos con quienes quería identificarse la nueva clase social que accedía al arte.