Herrendorf cuenta que es hija de judíos exiliados, padres que pertenecieron a “la generación del silencio”, que callaban sufrimientos y tristezas padecidos. Ella se ubica en la generación que rechazó el silencio y prefirió actuar y preguntar. Poner en primer plano las preguntas y demostrar que era urgente “contarse”. Opina que experiencias como las del teatro comunitario nacen de la necesidad de generar anticuerpos. Los cambios que Núcleo logró en Pontelagoscuro son prueba de ello. Pontelagoscuro es el barrio donde está instalado el teatro del grupo y desde hace dos años el comunitario que dirige Antonio Tassinari (también de Núcleo). Ese barrio fue devastado durante la guerra y su puente destruido. “Los alemanes vencidos escapaban por ese puente. Murió muchísima gente”, señala Herrendorf. “Por el pacto de hermandad que armamos entre Ferrara y Buenos Aires, y con un poco de dinero, convocamos a dos compañeros muralistas y escenógrafos de Catalinas para que modificaran el lugar. Realizaron dos murales maravillosos, pero nos quedaba otra pared que destinamos a la historia del pueblo.” El relato de la actriz incluye el pedido de asamblea hecho por el muralista Omar Gasparini (de Catalinas). Los pobladores, entusiasmados, aportaron datos y material histórico para convertir esa pared en mural escenográfico. Ante esto, Tassinari propuso armar una obra con la historia de Pontelagoscuro, “el pueblo que no está”. “Iniciamos otra convocatoria, y se creó el espectáculo Il paese che non c’é.”