Un obstáculo central en la organización de este III Festival Transterritorial de Cine Underground fue encontrar espacios de exhibición. Se trata de lugares no tradicionales, no pensados inicialmente como salas de cine y manejados por colectivos de existencia jurídica endeble, como la Asamblea de Almagro, que debió suspender las proyecciones que tenía programadas ante la amenaza de desalojo que recibieron sus integrantes. “Hay varias ocupaciones entre las sedes”, explica el coorganizador Marcelo Páez, “y ante casos como éstos, hay que ver qué hacer, porque este festival también es una cuestión sobre el uso espacio público”. Ante la amenaza de desalojo, se planteó la posibilidad de realizar una acción frente a la Asamblea de Almagro, pero finalmente se dejó de lado para no perjudicar a sus integrantes. “Después de Cromañón se perdieron muchos espacios, desapareció la idea de bar cultural”, recuerda Páez. “Estamos atados a la coyuntura política y ahora con Macri... va a estar bueno Buenos Aires”, ironiza.