Lunes, 21 de enero de 2008 | Hoy
MUSICA
- Todos contentos. El gobernador de Córdoba, Juan Carlos Schiaretti, presentó en una conferencia de prensa la donación de la provincia al festival: 350 mil pesos para infraestructura y 140 mil más para gastos de esta edición. Después, se dirigió al palco oficial con toda su comitiva, y recibió algunos aplausos de la tribuna cercana. Eso sí: no se animó a hacer el anuncio desde el escenario (tampoco lo hizo hace unos días cuando llevó plata a Jesús María), seguramente por precaución. Es que en diciembre, en Córdoba, fue abucheado en una presentación multitudinaria y gratuita de Mercedes Sosa.
- El susto de Los Nocheros. Promediaba la actuación del número vendedor del primer día, y entre tema y tema apareció una pista grabada con un verso de “Kilómetro once” acelerado. Caras de desconcierto entre los cuatro salteños, segundos de zozobra. “Hay un quinto nochero y no lo sabíamos.. .”, se animó a salvar el momento Rubén Ehizaguirre. La sombra del papelón de 2003, cuando saltó la pista grabada en Córdoba, pareció asomar por un breve instante. Después, cantaron ese tema con el coro de chicos con capacidades especiales “Los duendes del viento”.
- Precios de patrón, bolsillos de peón. Todos los años hay un comentario obligado entre estas calles: qué caro que está todo. Es que para muchos comerciantes coscoínos las nueve noches del festival parecen ser entendidas como la salvación del año. La hotelería es un problema histórico del festival: en un hotel medio pelo para una persona están pidiendo 250 pesos la noche, y casi todas las plazas están ocupadas. Muchos músicos optaron por alojarse en localidades cercanas como Bialet Massé o Santa María de Punilla, como las troupes de León Gieco o Peteco Carabajal. Comer en las peñas o puestos que tientan al visitante con sus cabritos al asador también es prohibitivo para muchos: entre 12 y 15 pesos el locro, 20 pesos el vaso grande de Fernet con Coca, 10 la cerveza, 5 el agua mineral. “¡¿Qué se creen?! ¿Que todos los que venimos acá cobramos de la soja? ¡Yo soy un simple empleado!”, se escuchó la queja de un criollo con sed enterado de los precios de las bebidas.
- Corazón gaucho. En el primer día del festival las calles de Cosquín se llenan de delegaciones provinciales y agrupaciones gauchas llegadas de todo el país, que dan inicio a la fiesta con un colorido desfile. El mediodía se puebla de chicos y grandes con vistosos trajes típicos de cada región, jinetes y olor a bosta de caballo. Y hay que ver el entusiasmo que ponen estos chicos venidos de lejos, que soportan estoicamente el calor de este pueblo sin árboles con sus trajes típicos y sus botas de cuero. La inscripción de las remeras de una de las delegaciones, con integrantes muy jóvenes, sintetizaba de algún modo ese espíritu: “Mi corazón no late: repica”.
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