TEATRO
Breuer: –Yo pienso, pienso en hacer estallar mi vida, pienso en... pienso en sacrificar mi carrera, pienso en perder mi familia, pienso en ser adúltero, pienso en ser adúltero, pienso en empezar una nueva vida con Bertha, pienso que soy un cobarde que nunca me voy a animar.
Nietzsche: –¿Qué es lo que lo empuja de manera peligrosa hacia el límite?
B.: –No lo sé, no sé, no lo sé, Bertha significa escapar. También Bertha significa escapar, pero, ¿escapar de qué? ¿Escapar de qué? Tal vez... tal vez ella signifique escapar de... de la seguridad, de la seguridad... yo quizás haya vivido toda mi vida demasiado protegido, demasiado seguro.
N.: –Y vivir de manera segura tal vez sea peligroso y mortal. ¿Recuerda que una vez me preguntó si tener migrañas tenía alguna ventaja? Eso me ayudó a pensar mi vida de manera diferente. La migraña me obligó a renunciar a la universidad y todos, familiares, amigos, colegas, lamentaron mi desgracia. Y estoy seguro de que la historia va a declarar que la enfermedad de Nietzsche terminó con su carrera de forma trágica, cuando la verdad es todo lo contrario. La cátedra en la Universidad de Basilea era mi condena a muerte, estaba fatalmente atrapado, iba a terminar mis días trabajando para mantener a mi madre y a mi hermano.
B.: –¿Profesor?
N.: –¿Qué?
B.: –Profesor, tal vez usted y yo nos parezcamos más de lo que pensamos.
(Fragmento de El día que Nietzsche lloró)
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