Dom 03.02.2008
espectaculos

LOS BUSCADORES DE LIBROS USADOS

Pequeñas anécdotas de gente habituada a revolver estantes

Escritores, actores, humoristas, músicos. Cada cual tiene su historia vinculada con las librerías de viejo.

Damián Tabarovsky (escritor y editor)

Librerías: “En este momento compro mucho por Internet en una librería de viejo que tiene muy buenos libros de poesía: www.librerianinon.com. También en la de Avenida de Mayo al 500 (en sus formidables mesas de $3 y $5) y en El Túnel, de Avenida de Mayo al 700. Y por supuesto en Romano en la calle Ayacucho, en El Gaucho en la calle Boyacá, en Paternal, y finalmente en las dos sucursales de El Banquete, en avenida Cabildo y en La Pampa, en Belgrano. En todas se consiguen libros raros, agotados y muy baratos”.

Anécdota: “Sólo recuerdo buenas compras. Hace poco El Gaucho consiguió parte de la biblioteca del diario La Razón, y casualmente yo estaba allí (sin ningún otro cliente más) cuando empezaron a abrir las cajas de libros, como si hubiera estado todo armado para mí. Compré los mejores libros y tranquilamente me llevé una inmensa bolsa en el 166, leyendo de parado por la Avenida Juan B Justo. Pero lo que más me gusta es encontrarme con amigos escritores de un modo casual. En Avenida de Mayo al 500 no pasa una semana sin que me encuentre de casualidad con Luis Chitarroni, Diego Sasturain, Eduardo Ainbinder, entre otros. Si paso por Avenida de Mayo y no me encuentro con nadie, me deprimo”.

Rita Terranova (actriz)

Librerías: “Mi preferida es La Oferta, allí encuentro siempre ‘perlas’, ya sea de teatro, narrativa o cocina, que son mis temas preferidos. También en Montevideo, cada vez que voy, paso horas en las librerías de la calle principal, es mi paseo preferido en Uruguay”.

Anécdota: “Mi adolescencia estuvo marcada por mi amor al teatro y los libros. Tal era mi pasión, que a veces volvía caminando a casa porque gastaba todo mi dinero comprando libros usados. Había una librería frente al teatro Astral, que era mi preferida, ahora hay un McDonald’s. Las librerías estaban abiertas hasta las 3 o 4 de la mañana; fue muy fuerte el cambio cuando vino la dictadura y se prohibieron tantos libros. Algunos libreros los tenían escondidos y nos los vendían en secreto. Los llevábamos escondidos. Eran nuestro tesoro, nuestra rebeldía”.

Leo Maslíah (músico y escritor)

Librerías: “En Montevideo, donde vivo, a la que más voy es a la Librería Del Cordón, porque es donde se da más fluido el canje, pero también recorro muchas otras y los domingos, cuando puedo, recorro los puestos de libros de la feria de Tristán Narvaja, que son cada vez más numerosos. En Buenos Aires hay muchas que me gustan, la mayoría no sé cómo se llaman... la que está enfrente del Centro Cultural San Martín, a esa voy seguido desde hace más de 20 años porque suelo pasar por ahí, pero los que atienden son bastante antipáticos, nunca te reconocen aunque hayas estado ahí media hora antes. Otra que está creo que por Perón o Mitre un poco más hacia Callao, una que está por Lavalle como llegando a Once, ésa es espectacular... Otra que está en Chacabuco y Estados Unidos... Pero hay tantas... También voy mucho a los puestos de libros del Parque Rivadavia o del Parque Centenario. Buenos Aires es un paraíso de librerías de usados, no sé por cuánto tiempo más lo será, porque los libros de autoayuda, que son los que más proliferan ahora en las librerías de nuevos, no sirven para venderse usados, son descartables; la gente que los busca compra los nuevos que van saliendo, que son los que prometen la nueva verdad salvadora... los viejos, en cambio, sólo contienen la falsa receta que no sirvió”.

Anécdota: “Lo más pintoresco que me acuerdo es haber encontrado, dentro del ejemplar de La ciencia del folclore del musicólogo argentino Carlos Vega, que encontré en una librería de Montevideo, unas páginas manuscritas del propio Carlos Vega, respondiendo preguntas del periodista de un diario uruguayo (se las habría mandado por correo, me imagino). No sé quién era el periodista, pero se ve que tenía ese manuscrito guardado dentro del libro, y quizá cuando sus herederos vendieron sus libros, eso marchó con todo. Le regalé las hojas a un musicólogo uruguayo”.

Fernando Pérez Morales (librero)

Anécdota: “Cuando era un niño recuerdo que mi mamá compraba los sábados el Herald. Ahí aparecía la información de los extranjeros que dejaban el país después de unos años de haber trabajado en nuestra tierra. Vendían todo, pero a mi vieja le interesaban las bibliotecas antiguas de madera noble. Me encantaba acompañarla, mirar cómo las tocaba, las olía, analizaba los encastres, que no estuvieran corvadas. Así fue como les compró a unos ingleses unos cuantos metros de estanterías. Pero la sorpresa fue que ellos nos dieron gratis los libros que formaban parte de esa biblioteca. La emoción en casa fue abrir las cajas y descubrir a Wodehouse, Ka-therine Mansfield, la colección de los cinco de Enid Blyton y otras joyitas para calmar el hambre de lectura de un adolescente voraz”.

Alejandro Tantanian (dramaturgo, director)

Librerías: “Las librerías de usados que frecuento son las que me encuentro –seguido– en el camino: Libertador y Edipo (en Corrientes al 1300 y al 1600, respectivamente), Dickens tiene algunas cosas buenas (Corrientes también al 1300), algunas de la Avenida de Mayo (hay una, El Túnel, que tiene rarezas y objetos inhallables), El Aleph (en Cabildo a metros de Monroe). Pero las dos que prefiero son: El Banquete (en La Pampa, entre Ciudad de la Paz y Amenábar) y otra –sin nombre visible– en Juramento entre Ciudad de la Paz y Amenábar: en ambas los libreros son libreros, los precios son justos y la variedad es enorme. Y claro, están cerca de casa. Y eso es único a la hora de frecuentarlas: el tiempo es de uno y no debe haber urgencia para que aquello que uno busca que aparezca, o para que aquel libro que habíamos olvidado para siempre llegue a nuestras manos”.

Anécdota: “Recuerdo aquel día en Librería Libertador que asistí al momento en el que se desempaquetaba un enorme número de ejemplares de los poemas de Rilke en edición bilingüe. Y vi con sorpresa que eran colocados en la mesa de 10 pesos. ¡¡Tapa dura, sobrecubierta, libro cosido, nuevo, Rilke, bilingüe y a 10 pesos!! Demasiadas cosas juntas. Compré tres ejemplares: hubo dos amigos agradecidos de por vida. Y el locutorio más cercano (no tenía celular, no tengo celular) fue testigo de una enorme cantidad de llamadas anunciando la increíble oferta a todos aquellos que –sabía– podían valorarla. A las 48 horas volví a dar una vuelta por la librería: ni un solo ejemplar de Rilke: agotado. Así, y desde entonces, trato de pasar por Libertador con la esperanza de asistir a un nuevo descubrimiento. Sólo tengo uno en mi haber y es el que aquí cuento”.

Martín Rocco (humorista)

Librerías: “Me gustan las librerías tipo altillo, llenas de libros por todos lados. En el piso, en los rincones, arriba de sillas. Hay una que no sé si tiene nombre siquiera, queda en Avenida de Mayo, cerca del Tortoni. Entrás a un edificio viejo y es en un cuartito al costado. Encontré un libro inglés llamado 2000 insultos para todas las ocasiones. Muy gracioso. Yo voy a las librerías como a las ferias americanas: a ver qué hay. Porque si vas a buscar algo específico y medio raro seguro que te frustrás. Prefiero ir y ver si descubro algo que me interese. Es como decirle a un cocinero: ‘sorprendeme...’”.

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