TEATRO › LA HISTORIA DEL MUSICAL
Durante más de diez años, la prensa del mundo entero fue moldeando el retrato de Larson como el de un muchacho que poco había ofrecido y poco tenía para ofrecer al mundo del teatro; un joven que sacó de la galera, por azar y sin comprender bien qué estaba haciendo, una obra maestra y sorprendió al mundo entero. Sin embargo, Rent no nació de la noche a la mañana. Fue un duro y arduo proceso de trabajo personal y en equipo que le llevó a Larson siete años de masticar una idea, digerirla, elaborar un producto, borronearlo y volver a esbozarlo. Por otra parte, Larson no era un diamante en bruto ni un talento sin descubrir: ya en el secundario se lo consideraba un actor formado y estaba a la cabeza de las producciones escolares; obtuvo una beca para continuar perfeccionándose en teatro a nivel universitario y fue allí cuando creó sus primeros musicales, destacándose entre sus compañeros por sus composiciones.
Fue Stephen Sondheim, a quien Larson recurrió varias veces en busca de consejos profesionales, quien lo animó a dejar la actuación para dedicarse completamente a lo que mejor sabía hacer: componer canciones. Era 1989 cuando llegó a él una idea, esbozada por el dramaturgo Billy Aronson: realizar una comedia musical que mostrara la vida de personas reales, como las suyas (Larson vivía en un tugurio neoyorquino similar al de Mark y Roger, los personajes de la obra; también tuvo una novia que luego lo dejó por otra chica, como le sucede a Mark). La intención de Aronson era armar una versión contemporánea de La bohème, y eso entusiasmó a Jonathan tanto que, tras varios desacuerdos, le pidió a su compañero si podía quedarse con la idea y desarrollar Rent por su cuenta.
En 1991 la obra aún no tenía forma ni canciones, era simplemente una pequeña semilla que Larson debía regar y hacer germinar. Durante un año Jonathan trabajó sobre la música y recorrió la zona este de Nueva York, donde quería emplazar a su historia. Obtuvo un borrador y lo presentó en el New York Theatre Workshop con la intención de que Rent fuera producida. Sin embargo, Rent estaba aún cruda: la trama era aún débil, aunque algunas de las canciones ya estaban esbozadas y quienes las escucharon percibieron su potencia. Tras obtener un subsidio y la aprobación para estrenarla en esa institución, el proyecto necesitaba un director: Michael Greif se convertiría en una de las patas fundamentales de la obra, que encontraría su equilibrio gracias a la insistencia de este director. Fue Greif quien le insistió a Larson, durante varios años, para que reescribiera la historia, profundizara en sus personajes, no tratara con liviandad aquello que tenía de por sí su espesor y sus claroscuros, no convirtiera una historia dramática en un ingenuo canto de alegría y esperanza.
También la estructura de la pieza sufrió una enorme cantidad de modificaciones, hasta que, con algo de ayuda y siguiendo recomendaciones, Larson logró convertir ese cúmulo de buenas canciones en una verdadera pieza teatral. Finalmente, dio forma a los dos actos que componen la obra: el primero bien brillante, pura celebración; el segundo más oscuro, denso y dramático. Luego de tanto trabajo, el proceso se aceleró rápidamente: Los ensayos duraron un mes y en enero de 1996 Rent tendría sus primeras previews. Mientras ensayaban “What you own”, casualmente un tema que habla acerca de morir en el final del milenio, Jonathan sufrió su primer ataque. Unos días más tarde, la tarde previa a la primera función con público, murió de un aneurisma. Tenía 35 años, pero su larga misión había concluido. Rent estaba lista y, esa misma noche, una platea eufórica y emocionada la ovacionó. El 29 de abril de ese año la obra tuvo su estreno oficial y desde entonces, en cada función, el público que palpita Rent descubre que pervive el espíritu de Jonathan Larson.
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