“Cuando no sé quién nos planteó si queríamos hacer una película, yo dije que no, que no tenía ganas”, comenta Keith Richards. Pero entonces se lo aclararon rápidamente: “Es que sería con Scorsese. Eso era diferente. Supe que podía dejarlo todo tranquilamente en sus manos”. Los Stones casi ni se han enterado. “Estaban todas esas cámaras por ahí, pero quienes las manejaban eran tan discretos que no molestaban. Incluso Martin fue impecable. Andaba por todas partes, pero no lo notabas”, cuenta Richards. Es lo único que pide el guitarrista mientras toca. “Cuando subimos al escenario, la gente tiene que saber que estamos en nuestro lugar de trabajo y que nada nos debe molestar”, añade. Tan sólo, hay veces que estos diablos se ven obligados a pactar directamente con Dios ciertas condiciones. “Cuando tocamos en clubes cerrados, no; pero en espacios abiertos, él entra en el grupo y puede enviarnos un chaparrón o una buena tormenta.” Como ocurrió cuando tocaron por última vez en Buenos Aires.