A Bartís lo estimula hablar de política: “Se hizo evidente en 2001 que la política había cometido muchos errores. Su rol tendría que haber sido asumir un proyecto de interés en relación a su comunidad. Pero la política se había convertido en una actividad gerencial, con sueldos y gente que mete la mano en la lata. Creo que Kirchner fue auténtico en su intento de generar un modelo transversal, hace unos años. Pero vio que para eso tenía que redefinir el proyecto, porque no basta con ser setentista en el tema de los derechos humanos. Vio que hay que reivindicar las ideas de un proyecto distinto, en relación a lo económico. Porque todos nos hemos empobrecido, mientras que muchos se han beneficiado (si no, comparemos el patrimonio de Jorge Telerman o Darío Lopérfido con el mío). Hoy Kirchner quiere ser el presidente de un partido que supuestamente está agotado y lleno de traidores. Y es lo único que tiene, porque el Estado está peor: en vez de ser una estructura capaz de movilizarse, el Estado está burocratizado, quebrado, fisurado. Hay un desfasaje entre ciertos enunciados y lo que en realidad pasa. ¿Cómo puede ser que se sostenga sin risas que el costo de la vida aumentó sólo un 1 por ciento? La mitomanía, la idea de la promesa es algo muy propio del peronismo”.