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Volcanes bajo hielo
Por Marcelo Torres
Pese a lo que indica el sentido común, bajo la capa de hielo del océano Artico no impera el frío. Por el contrario, existe una intensa y acalorada actividad volcánica originada en la cordillera submarina Gakkel. El descubrimiento fue realizado por la Expedición a la dorsal centro-océanica del Artico (AMORE, en inglés), que además localizó una serie de chimeneas hidrotermales que podrían albergar especies hasta ahora desconocidas.
En el sector norte de esta cadena montañosa submarina –que se extiende por casi 1800 kilómetros desde el norte de Groenlandia hasta el mar de Laptev, en Siberia–, los científicos hallaron una actividad volcánica inusitada. En especial en la fisura que corre a lo largo de un valle central: allí el magma hirviente surge constantemente desde el manto terrestre y se comprime sobre el lecho marino formando una nueva corteza. “Descubrimos grandes fallas bordeando el valle central de la cordillera –dijo a Futuro Peter Michael, científico principal del equipo estadounidense– y una abundancia de roca volcánica (basalto); más de la que esperábamos. También detectamos un gran número de chimeneas hidrotermales o fumarolas.” Se trata de conductos y grietas en las laderas de los volcanes que emiten gases y vapores de distinta composición, a gran temperatura. El calor emitido por estos conductos genera un microclima que, se cree, puede albergar formas de vida hasta ahora desconocidas. Aunque el agua caliente que se desprende de las fumarolas no afecta en forma significativa la temperatura global del océano, su energía térmica y química propiciaría la aparición de organismos que, al estar alejados de la luz solar, no pueden llevar a cabo la fotosíntesis. “Estamos esperando estudios más detallados de la biota que recolectamos –aclaró Michael–, para determinar si está relacionada con las chimeneas o no. Pero recogimos camarones y esponjas que sí podrían relacionarse con éstas. También reunimos muestras de roca que un científico de la Universidad de Oregon estudiará para detectar la presencia de microorganismos.”
La cordillera Gakkel corre a 4800 metros por debajo del casquete polar y es lo que en geología se denomina una dorsal centro-oceánica: una formación en la corteza terrestre donde se origina el fenómeno de expansión de los fondos oceánicos, que provoca la deriva continental. En las dorsales centro-oceánicas la corteza del lecho marino está en permanente formación y se producen continuas fracturas, por eso resultan tan fascinantes para geólogos y oceanógrafos. Para Jorge Codignotto, investigador del Conicet, “las investigaciones en las dorsales centrooceánicas resultan de gran interés porque sirven para reconstruir la evolución de la Tierra y estudiar el movimiento actual de los continentes”.
Valle submarino
Para sus observaciones los investigadores a bordo del rompehielos estadounidense Healy y de la nave oceanográfica alemana Polarstern, emplearon una variedad de técnicas e instrumentos –en especial sensores electromagnéticos, barómetros, ecosondas e imágenes de satélite– y lograron el mapa más preciso hecho hasta hoy del lecho marino ártico.
“Además de un inesperado número de volcanes –señaló Wilfried Jokat, del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina (AWI), de Alemania–, nuestras mediciones demuestran que el valle central de la dorsal Gakkel es más profundo que cualquier otro valle medio de cordillera oceánica. Este fenómeno fue revelado gracias a la calidad de nuestro mapabatimétrico (un mapa topográfico de profundidad hecho con ondas de sonido), que ofrece una vista sorprendente de su estructura.”
Otro aspecto de la expedición fue que los científicos perforaron varios sectores de la capa de hielo –con un espesor de entre 5 y 20 centímetros, aunque puede alcanzar los 3 metros– para que los biólogos pudieran estudiar a los minúsculos invertebrados que viven en el agua. Muchos están sorprendidos por la habilidad de estos seres en evitar la congelación de sus fluidos corporales y por la eficiente administración que hacen de su suministro de comida.
La expedición AMORE –que reunió a más de 60 científicos de 17 países– se llevó a cabo entre agosto y octubre pasados, pero sus descubrimientos fueron dados a conocer recientemente durante una conferencia en Washington. Michael dice que los resultados de laboratorio “estarán listos en un año y se publicarán uno o dos años después”.