Sáb 13.04.2002
futuro

PáGINA 2 › ENTREVISTA CON EL NOBEL DE FISICA ZHORES ALFEROV

El sol, ese reactor nuclear

Por Alicia Rivera
El País

“La energía solar puede considerarse como parte de la energía nuclear, y depende de un reactor muy fiable: nuestro Sol, que lleva funcionando millones de años. Nuestra función es solamente hacer los equipos de conversión de esa energía”, afirma Zhores Ivanovich Alferov, científico ruso que recibió en 2000 el Premio Nobel de Física (junto a los estadounidenses Herbert Kroemer y Jack S. Kilby).
En concreto, Alferov recibió esta distinción por el desarrollo de unos componentes de microelectrónica, denominados heteroestructuras semiconductoras, fundamentales en microeletrónica y optoelectrónica. Sin embargo, Alferov, de 70 años, prefiere ahora hablar de energía solar. No en vano, del Instituto Físico-Técnico Ioffe (en San Petersburgo, Rusia), que dirige, han salido las avanzadas células solares de alta eficiencia que suministran energía a las naves espaciales y satélites de su país, con desarrollos tecnológicos que ahora se quieren traer a la Tierra y utilizar en aplicaciones convencionales. Esas células solares espaciales se basan, precisamente, en heteroestructuras de semiconductores.

De la electronica al Sol
Usted recibió el Nobel por sus trabajos en electrónica desarrollados en la década de los sesenta. ¿Qué investiga ahora?
–Llevo 40 años dedicado a las heteroestructuras semiconductoras, una clase especial de materiales semiconductores. Son cristales hechos por el hombre. A principios de los sesenta propusimos el láser de heteroestructuras y desarrollamos estas ideas para diferentes aplicaciones en física y en electrónica. Ahora hay nuevas ideas en este mismo campo, y yo me dedico a lo que llamamos gotas cuánticas, o átomos artificiales.
¿Y qué relación tiene con la energía solar?
–Se trata de utilizar heteroestructuras para crear células solares, porque hay efectos –en las heteroestructuras– que permiten aumentar su eficiencia. Empezamos los experimentos con esta aplicación a finales de los años sesenta y en los setenta creamos unas células solares de alto rendimiento que transferimos a la industria, y empezó la producción de células fotovoltaicas basadas en heteroestructuras, primero para aplicaciones espaciales militares y luego para aplicaciones espaciales normales. Por ejemplo, la estación Mir ha funcionado quince años con estas células solares.
¿Por qué las células fotovoltaicas no alcanzan más eficiencia al convertir la energía del Sol en electricidad?
–El límite teórico del rendimiento con las células de heteroestructuras, teniendo en cuenta la temperatura de la superficie terrestre y la fuente de luz –el Sol–, con una temperatura en su superficie de 6000 grados, sería algo superior al 90%. Pero hay muchas razones por las cuales está limitada su eficiencia. Actualmente, en las aplicaciones espaciales, con células de heteroestructuras basadas en arseniuro de galio, se llega al 30% con posibilidad de aumentar aún más (las células solares convencionales, de silicio, tienen una eficiencia del 15%).
Entonces, ¿dónde está el problema?
–El gran problema para su amplia aplicación es el precio de la electricidad, ya que la que se produce con petróleo, carbón, gas e inclusonuclear, es mucho más barata que la generada por células solares. Pero depende de las aplicaciones: por ejemplo, para alimentar antenas de telefonía móvil en zonas remotas las células solares son muy eficientes, y en el espacio no hay una fuente más segura y fiable.
De cara al futuro, ¿cabe esperar una revolución en la energía fotovoltaica como la revolución microelectrónica, con reducción de precios y amplia implantación?
–Soy optimista. La energía fotovoltaica se desarrollará cada vez más. Podemos aumentar mucho la eficiencia, y cuando lleguemos al 50% o algo más, seguro que las consideraciones económicas pesarán mucho menos. Ahora el problema está sobre todo en el precio de los materiales semiconductores y en los procesos tecnológicos.

El Nobel y yo
¿Qué ha cambiado en su vida con el Nobel?
–Mi vida ha mejorado desde muchos puntos de vista. Por ejemplo, al día siguiente de anunciarse el galardón, en octubre del 2000, di un discurso en la Duma, el Parlamento ruso, y poco después el presupuesto para investigación aumentó en un 10%. Fue un logro importante. Por otro lado, mi vida es más difícil: demasiadas cartas, demasiada gente, demasiados periodistas... Tengo mucho menos tiempo para hacer mi trabajo.
¿Cuántos científicos trabajan en el Instituto Ioffe?
–Es el instituto soviético de física más antiguo: se fundó en 1918, inmediatamente después de la Revolución. Es el mayor instituto de la Academia Rusa y el mejor de física. Trabajan en él 2400 personas, de las cuales 1100 son científicos, incluidos 50 académicos.

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