Final del juego
Donde se vuelve a comentar la obra Copenhague, que subió a escena en el Teatro Gral. San Martín.
Por Leonardo Moledo
–Bueno –dijo Kuhn–, fui a ver Copenhague. Y me gustó mucho aunque, para mi gusto, Werner Heisenberg queda demasiado bien parado. Después de la obra, hubo una exposición a cargo de Juan Pablo Paz, jefe del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y una discusión posterior entre los presentes. Quedé muy satisfecho.
–Me habría gustado participar –dijo el Comisario Inspector–, pero la gente de la Facultad no se lleva especialmente bien con la policía, y temí verme discriminado. Creo que el problema se remonta a ese malentendido de la noche de los bastones largos. No se entiende, verdaderamente.
–Sí –dijo Kuhn–, es incomprensible.
–Y más teniendo en cuenta que aquel episodio se incorporó a la mitología y a la épica de la Facultad, y que generaciones enteras se nutrieron con los hechos de aquella edad de oro. Quiero aclarar que yo estaba de licencia, o enfermo, no sé, y no participé en absoluto, y en todo caso me habría negado a participar. Pero pienso que fue allí que se interrumpió la exitosa confluencia entre la Universidad y la policía, que había sido construida pacientemente durante décadas, y que, verdaderamente, habría dado frutos maravillosos.
–Y posiblemente extravagantes –dijo Kuhn–. Verdaderamente es una lástima que la policía fuera tan corta de vista.
–A veces me parece que defiendo causas perdidas –dijo el Comisario Inspector.
–Con relación a Copenhague –se apresuró Kuhn–, ante todo me gustaría aclarar un punto. En la obra se establece una especie de simetría entre Bohr y Heisenberg en relación con la mecánica cuántica. Bohr tuvo la idea del principio de complementariedad, y Heisenberg, del principio de incertidumbre. Pues bien, creo que no son dos cosas comparables: el principio de incertidumbre es un pilar de la física y de la filosofía, mientras que el principio de complementariedad no parece tener el mismo tono fundamental. En cuanto a la objeción ideológica propuesta el sábado pasado y que comenta aquí Ambrosio Morante, puede ser.
–Demasiado centrada en la bomba atómica como el hecho maldito del siglo. Además de esa simetría entre Bohr y Heisenberg, que me parece injusta científica y políticamente. Aun reconociendo que Heisenberg nunca fue un nazi, e incluso iba, antes de la guerra, a reuniones de grupos antinazis. Pero lo cierto, y ese hecho es indiscutible, es que una vez que empezó la guerra optó por hacer todo lo posible por la causa de su país, cuando, pienso yo, lo que debía hacer un alemán patriota era enrolarse en la lucha contra su patria. Contra su país, mejor. La palabra “patria” tiene una connotación nacionalista –en el peor sentido de la palabra– y, como todo el mundo sabe, completamente ajena al universo policial.
–Interpol, el internacionalismo proletario policial y todo eso -suspiró Kuhn–. Ya lo sabemos. Vamos al enigma.
–Respecto del enigma del sábado pasado –dijo el Comisario Inspector–, esto es: ¿es verdad que la diferencia entre dos cuadrados consecutivos es la suma de las bases?, la respuesta es “sí”, y la razón, la siguiente: (n +1)2 - n2 = n2 + 2n + 1 - n2 = 2n + 1 = n + (n + 1), que es la suma de las bases. Enrique Tempelsman lo plantea de una forma muy ingeniosa. Y, para el sábado que viene, les cuento a los lectores algo que leí alguna vez:
si llamamos S a la siguiente suma infinita: S = 1 + 2 + 4 + 8 + 16 +...
podremos sacar factor común
S = 1 + 2 (1 + 2 + 4 + ... )
Ahora bien, lo que está dentro del paréntesis, es justamente S, y podemos poner:
S = 1 + 2 S y pasando al primer término,
S - 2 S = 1 o, lo que es lo mismo
-S = 1 es decir: S = -1
Ahora bien, que la suma de 1 + 2 + 4 + 8 +.... dé como resultado -1 obviamente no puede ser. ¿Dónde está el error en el razonamiento?
¿Qué piensan nuestros lectores? ¿Dónde está el error? ¿Van a ir a ver Copenhague? ¿El Comisario Inspector defiende causas perdidas?