Sábado, 25 de junio de 2005 | Hoy
ARQUEOLOGIA: LOS MISTERIOS TOXICOLOGICOS DEL ORACULO DE DELFOS
Por Raúl A. Alzogaray
Cuenta la mitología que el “ombligo del mundo” se encuentra en una de las laderas del Monte Parnaso (al norte del golfo de Corinto, en Grecia). Allá por el siglo XIII a.C., se construyó en ese lugar un templo donde funcionaba el oráculo de la Madre Tierra. Parece que siglos después el oráculo fue gentilmente cedido a Apolo (otra versión afirma que el dios se lo apropió por la fuerza, después de matar al dragón que lo custodiaba). El oráculo de Apolo, que recibió el nombre del cercano pueblo de Delfos, se convirtió en el más famoso y consultado de todo el Mediterráneo.
En los tiempos de mayor esplendor del oráculo, las personas viajaban largas distancias y soportaban igualmente largas esperas para preguntarle qué les deparaba el destino. Apolo les respondía a través de la voz de las sacerdotisas, llamadas Pitias (las respuestas solían ser oscuras y ambiguas). Las candidatas a Pitias tenían que ser jóvenes, vírgenes y nacidas en Delfos. Refiere Robert Graves, en su libro Los mitos griegos, que desde el día en que un devoto sedujo a la Pitia de turno, las empezaron a elegir mayores de cincuenta años.
Mataras a tu padre, luego te casaras con tu madre
El oráculo de Delfos le advirtió a Layo, rey de Tebas, que si tenía un descendiente varón, éste lo iba a matar. Tiempo después, la esposa de Layo dio a luz un varoncito. Temeroso de la profecía, el rey abandonó a su hijo en la montaña. El pequeño sobrevivió, lo llamaron Edipo y lo criaron en la corte de Pólibo, rey de Corinto. Años más tarde, el oráculo le advirtió a Edipo: “¡Matarás a tu padre y te casarás con tu madre!”. La funesta profecía se cumplió al pie de la letra y permitió que, siglos después, el nombre de Edipo fuera usado para designar a un incestuoso complejo psicológico.
Orestes es otro de los famosos que consultó al oráculo de Delfos. Quería saber si debía matar a su madre, que había asesinado vilmente a Agamenón, esposo de ella y padre de Orestes. La respuesta fue que debía matarla si no quería convertirse en un paria y enfermar de lepra. Ante tan inquietante presagio, y dado que contaba con el aval de Apolo, Orestes decidió cometer matricidio.
Pero estos son mitos. En la vida real, gobernantes, militares y particulares viajaban a Delfos para consultar al oráculo. Con el paso de los siglos y la aparición del cristianismo, la popularidad del oráculo fue disminuyendo. El emperador romano Teodosio I mandó clausurarlo en el año 381.
Grietas, vapores y vaticinios
De acuerdo con los relatos de la época, la Pitia atendía en una cámara ubicada en el corazón del templo. Se sentaba en un trípode, caía en un estado de trance y respondía las preguntas que le hacían. Era creencia común que el trance lo provocaban los vapores que brotaban de unas grietas en el suelo de la cámara.Las grietas y los vapores son mencionados en los escritos de Heródoto, Cicerón, Plinio el Viejo y Plutarco (este último, célebre autor de las Vidas paralelas, fue sacerdote de Apolo en Delfos). A Plutarco se le deben las primeras hipótesis acerca del origen geológico de los vapores que, según su descripción, despedían un aroma dulce.
La historia de las grietas y los vapores fue descartada durante la primera mitad del siglo XX, principalmente por falta de evidencias. Sin embargo, a fines de siglo, los estadounidenses John Hale (arqueólogo), Jelle de Boer (geólogo), Jeff Chanton (químico) y Rick Spiller (toxicólogo), demostraron que, después de todo, los antiguos cronistas no estaban tan errados.
El arqueólogo y el geólogo descubrieron que la cámara del oráculo estaba erigida exactamente sobre el punto de intersección de dos fracturas de la corteza terrestre. Debajo del templo se encontraron grietas en la roca, producidas por la tensión entre las fracturas, y un importante depósito de hidrocarburos de origen orgánico, que bien podía ser la fuente de los vapores mencionados por los autores de antaño. El químico detectó en el lugar la presencia de etileno. El toxicólogo confirmó que se trata de un gas de olor dulce, que produce un estado de trance sin pérdida del conocimiento. Quienes lo aspiran sienten euforia y la sensación de abandonar el cuerpo, pero pueden permanecer sentados y responder preguntas (como lo hacían las Pitias).
La investigación permitió corroborar todos los detalles mencionados en los textos antiguos. En un artículo publicado en Scientific American, los cuatro investigadores resaltan el poder de la ciencia moderna para dilucidar misterios del pasado, pero lo que les parece más destacable es “cuánto se puede ganar al abordar los problemas con la mentalidad abierta y la actitud interdisciplinaria mostradas por los antiguos griegos”.
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