BIOINFORMATICA: LA OMS LANZO UNA BASE DE DATOS PARA DESARROLLAR NUEVAS DROGAS
› Por Ana Maria Vara
Desde el 16 de abril, las drogas sin mercado de los países en desarrollo son un poco menos huérfanas. Ese día, en una ceremonia formal en la sede de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra, un grupo de padrinos presentó una iniciativa que permitirá descubrir y acompañar en sus primeras etapas de desarrollo los nuevos medicamentos para atacar el mal de Chagas, la tuberculosis, la malaria, enfermedad de sueño, leishamniasis y otras plagas que afectan privilegiadamente a los desposeídos. Entre representantes de centros de investigación estadounidenses, británicos y australianos, había un joven científico argentino: Fernán Agüero, del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad Nacional de San Martín.
La propuesta era ambiciosa, magnánima y, en cierta medida, obvia. Crear una base de datos –http://tdrtargets.org– de acceso gratuito que facilite el trabajo de investigadores de todo el mundo para combatir un puñado de infecciones bacterianas y parasitosis que cada año dejan un saldo de miles de millones de personas infectadas y seis millones de vidas perdidas. Pero lo obvio no siempre es fácil: se necesita sumar voluntades, deponer rivalidades y acordar cómo colaborar.
La base de datos provee información sobre posibles “blancos” de los agentes que causan estas enfermedades. Es decir, pistas clave sobre dónde y cómo se los podría atacar. Por ejemplo, señalando genes que están presentes en el maleante en cuestión pero no en los humanos. O señalando genes esenciales para el patógeno. Se puede entonces pensar en diseñar una droga que bloquee estos genes, afectando la actividad del patógeno, pero que no tenga ningún efecto adverso sobre el paciente que tome ese medicamento.
De hecho, este trabajo aprovecha los resultados de esfuerzos previos, como los que llevaron a la secuenciación de genomas de los patógenos involucrados en estas enfermedades. El conocer en detalle los genes de estos organismos es como tener su identikit y su modus operandi: es, entonces, más sencillo analizar cuál es la mejor manera de neutralizarlos. “Estoy muy entusiasmado con el impacto que puede tener esta base de datos, al abrir nuevos caminos para el descubrimiento de drogas”, comentó Agüero en el acto de presentación. “A través de este esfuerzo de cooperación vamos a tener la oportunidad de desarrollar nuevos tratamientos para nuestros ciudadanos y para otras personas en el mundo.”
La base de datos presentada en Ginebra es el resultado del trabajo de la Red de Priorización de Blancos para Drogas. El coordinador del proyecto, Wesley Van Voorhis, de la Universidad de Washington en Seattle, explicó que es la primera vez que se reúne tanta información sobre un número tan importante de enfermedades, que incluyen males provocados por bacterias o por parásitos. Esta red se creó en 2005 dentro del Programa Especial para la Investigación y Entrenamiento en Enfermedades Tropicales de la OMS, conocido por la sigla en inglés TDR. “En este caso, cuando hablamos de la OMS, estamos hablando del TDR, que es un programa alojado dentro de la OMS, pero que depende del Banco Mundial, de Unicef, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y de la OMS”, aclara Agüero.
Con esta red alojada en la OMS colaboran otros grupos y empresas como Pfizer e Inpharmatica, que mapearon los genes de estos patógenos contra sus bases de datos propietarias de genes viables desde un punto de vista fármaco.
“Las compañías farmacéuticas están cada vez más interesadas en probar sus ‘bibliotecas químicas’ contra blancos de patógenos. Pero la realidad es que hasta ahora no se había realizado un listado completo de estos blancos”, dijo en la presentación Solomon Nwaka, a cargo del área de Descubrimiento de Drogas de la OMS.
Lo interesante es que esta base de datos, que concentra información proveniente de muchas fuentes, funciona a la medida del cliente. Es decir, que cada grupo de científicos puede buscar el tipo de información que le resulte más útil, de acuerdo con su línea de trabajo. “Este sitio permite que los investigadores prioricen blanco para posibles drogas de acuerdo con criterios que tengan en cuenta los recursos de sus programas”, explicó David Roos, del Instituto de Genómica de la Universidad de Pennsylvania.
El IIBUnsam es el único instituto de un país en desarrollo que participó en la creación y puesta en marcha de la base de datos. La red que colaboró en la conformación de esta base de datos incluye a las universidades de Pennsylvania y de Washington en Seattle (Estados Unidos), el Instituto Sanger (Gran Bretaña) y la Universidad de Melbourne (Australia).
“Desde el IIB contribuimos con el diseño y la ingeniería del sistema”, explica Agüero, quien se licenció y doctoró en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y luego se formó en genómica y bioinformática en la Unsam. Tuvo una breve especialización en el exterior y combinó esos conocimientos con una preocupación local, como es combatir el mal de Chagas.
“En 1999, cuando todavía estaba trabajando en mi tesis doctoral, hice un curso de bioinformática en Suecia, organizado por la Organización de Biología Molecular Europea (EMBO). Al volver, y ya habiendo decidido hacer mi posdoctorado en esta área, me acerqué a los grupos de Daniel Sánchez y Carlos Frasch, que estaban trabajando en genómica en Trypanosoma cruzi (causante del Chagas) en la Unsam.”
En el año 2000 publicaron el primer análisis a gran escala del genoma de T. cruzi. “Habiendo muestreado un 10 por ciento del genoma pudimos describir cómo estaba organizado. Se trata de un genoma altamente repetitivo, con una parte considerable compuesta por unas pocas familias de genes muy repetidos”, explica Agüero. El secuenciamiento total del genoma del tripanosoma se completaría recién en 2005, con el aporte de varios grupos internacionales.
Luego llegaría su vinculación con los responsables de la base de datos sobre el tripanosoma más reconocida, la TcruziDB, a cargo de Jessica Kissinger, del Centro de Enfermedades Tropicales y Emergentes, de la Universidad de Georgia, y el propio Roos, del Instituto de Genómica de la Universidad de Pennsylvania.
La necesidad de disponer de nuevas drogas para enfermedades como el Chagas, la tuberculosis, la malaria o la enfermedad del sueño surge de una serie de factores. En algunos casos, las drogas disponibles sólo sirven en una etapa de la enfermedad. En otros, presentan una alta toxicidad. También hay medicamentos que son eficaces, pero que cada día pierden efectividad porque los patógenos van desarrollando resistencia. Y no hay que descartar los problemas derivados específicamente de las frágiles condiciones de vida de los pacientes: medicamentos caros o que exigen un régimen complicado –muchas pastillas, en distintos momentos del día, cambios de drogas– terminan provocando el abandono del tratamiento.
Por otra parte, los laboratorios tienen poco incentivo para invertir en investigación y desarrollo en estas enfermedades, por obvias cuestiones de mercado: los que se enferman son predominantemente pobres. Lo que la nueva base de datos ofrece es facilitar la indagación en las primeras etapas de búsqueda de blancos para desarrollar drogas, cuando la incertidumbre –es decir, el riesgo empresario– es mayor.
“Cualquier estrategia de descubrimiento de nuevas drogas necesita un flujo continuo de nuevos blancos para testear, ya que la inmensa mayoría de ellos se quedan en el camino”, precisa Agüero, preocupado también por las cuestiones económicas que rodean el trabajo de laboratorio. “Como todas las empresas farmacéuticas saben, el costo multimillonario de desarrollar una nueva droga existe en gran parte por este motivo.”
Pero eso no es todo lo que falta. En la columna del debe también pesa la necesidad de nuevos métodos de diagnóstico, económicos, rápidos y rigurosos, ya que estas enfermedades muchas veces son diagnosticadas mal o tardíamente.
Las inversiones requeridas han involucrado varios partnerships; varios de ellos fueron iniciadas por el propio TDR de la OMS. Entre ellos se cuentan la Iniciativa de Medicamentos para la Malaria (MMV por su sigla en inglés), la Fundación para los Diagnósticos Innovadores (FIND), la Iniciativa para las Drogas Olvidadas (DNDi), la Alianza Global para el desarrollo de Drogas para la Tuberculosis y el Instituto OneWorld Health. “Para desarrollar una droga, primero hay que descubrirla”, suele comentar Nwaka, quien llegó al TDR desde MMV hace casi dos años. “Mientras trabajaba en el MMV, tomé conciencia de la escasez de compuestos químicos de calidad en la línea de desarrollo de drogas para tratar la malaria, y llegué a la decisión de que debíamos cubrir esta brecha, no sólo para la malaria sino también para otras enfermedades descuidadas”, relata Nwaka.
Agüero agrega: “La OMS/TDR reconoció que éste era el momento ideal para llevar a cabo esta iniciativa, ya que los genomas de la gran mayoría de los patógenos causantes de estas enfermedades acababan de ser secuenciados”. Una vez que se conocen todos los genes del organismo, se puede ver cuántos de ellos son “atacables”, es decir son buenos “blancos” para atacar.
“Este lanzamiento es sólo el comienzo”, avisa Agüero, que ya está pensando en cómo seguir: “Queda todavía mucho trabajo por hacer. En el futuro cercano vamos a incluir información sobre los blancos y drogas que están siendo evaluados en distintos centros; y vamos a extender la cobertura a otras enfermedades como el dengue, la filariasis y la esquistosomiasis”.
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