Sáb 12.07.2008
futuro

ASTRONOMIA: EL PLANETA A SU MINIMA DISTANCIA DE LA TIERRA

La hora de Júpiter

Por estos días, Júpiter, más conocido como el “Rey de los Planetas”, podrá apreciarse a simple vista en el cielo porteño y del resto del país –a las 9 de la noche– mirando al Este, a unos 40° sobre el horizonte, finalizando el espectáculo en la bóveda celeste, minutos después de la medianoche, a unos 80° de altura. A disfrutar de este regalo del cielo.

› Por Mariano Ribas

Puede parecer mucho: 623 millones de kilómetros. Unas 1600 veces la distancia que nos separa de la Luna. Y sin embargo, a escala interplanetaria, no es tanto. Especialmente cuando de Júpiter se trata: en estos días, el “Rey de los Planetas” está a su mínima distancia de la Tierra en todo 2008. Y por eso se ha convertido en el “hit astronómico” del momento: a simple vista, Júpiter luce especialmente grande y brillante. Un verdadero farol colgado del cielo.

De hecho, actualmente, y ante la transitoria “ausencia” de Venus (que sigue sumergido en el resplandor solar), el gigantesco mundo gaseoso es el segundo astro más luminoso de la noche, después de la Luna. Y si a ojo desnudo llama poderosamente la atención, con binoculares –y qué decir con telescopios– es todo un show aparte. La hora de Júpiter ha llegado.

EL GIGANTE Y SUS “OPOSICIONES”

Esa inmensa bola de hidrógeno y helio que llamamos Júpiter está cinco veces más lejos del Sol que la Tierra. Mide casi 143 mil kilómetros de diámetro ecuatorial, es decir, once veces el diámetro terrestre. Nada mal, por cierto. Aunque el dato que más impacta es su volumen: dentro de Júpiter cabrían mil planetas como el nuestro. O bien, todos los demás planetas y lunas del Sistema Solar juntos... y sobraría espacio.

Y hablando de lunas, o satélites, que es lo mismo, el quinto planeta desde el Sol tiene toda una legión: 63, descubiertos hasta ahora (y cuatro son especialmente notables; de ellos nos ocuparemos un poco más adelante). Por si fuera poco, el gigante también tiene un sistema de anillos. Oscuros, modestos, pero anillos al fin.

Pues bien, allí anda Júpiter, arrastrando todo su imperio, siguiendo una enorme órbita en torno al Sol, derrotero gravitatorio que demora casi 12 años en recorrer. La cuestión es que cada 13 meses, la Tierra –que hace una órbita mucho más chica y rápida– “alcanza” a Júpiter en cada vuelta al Sol. Y en cierto momento, los tres forman una línea prácticamente recta en el espacio (Sol-Tierra-Júpiter). En el lunfardo astronómico, eso se llama “oposición”, porque nuestra estrella y el planeta aparecen en puntos exactamente opuestos en el cielo. Y marca, generalmente, el momento de mínima distancia entre nosotros y Júpiter (o cualquier otro planeta “externo”). La última oposición joviana había sido el 5 de junio de 2007.

Y ahora, hace apenas 3 días, otra vez Júpiter y la Tierra han achicado su brecha espacial al máximo, quedando a “sólo” 622,5 millones de kilómetros. Poco si tenemos en cuenta que, cuando está del otro lado del Sol, visto desde aquí, el enorme planeta se ubica a casi mil millones de kilómetros. Por eso, es hora de salir a mirarlo...

JUPITER EN EL CIELO

En estos días, Júpiter asoma por el horizonte del Este-Sudeste minutos antes de las 6 de la tarde. Justo cuando el Sol se está ocultando en el lado opuesto del cielo, por el Oeste-Noroeste. Con el correr de las horas, el planeta va ganando altura, y hacia las 9 de la noche aparece justo en el Este, a unos 40° sobre el horizonte.

Finalmente, pasada la medianoche, Júpiter “culmina” en la parte más alta del cielo nocturno, a casi 80° de altura. Casi por encima de nuestras cabezas. Y allí “arriba” luce verdaderamente impresionante. Especialmente en cielos oscuros.

Sea como fuere, aun en las ciudades, y ya desde su más temprana aparición, al anochecer, Júpiter es absolutamente inconfundible. Es simple: actualmente, y por varias semanas más, no habrá ninguna otra cosa tan brillante en el cielo nocturno, salvo la Luna (o muy eventualmente la Estación Espacial Internacional, que se mueve bastante rápido).

IO, EUROPA, CALISTO Y GANIMEDES

Obviamente, con ayuda óptica, el show 2008 de Júpiter es mucho más interesante. Con binoculares medianos (7x50 o 10x50), el planeta ya muestra un disco bien definido, y no un “punto”, como se ven las estrellas. Pero lo más notable es que pueden verse –fácilmente– las cuatro grandes lunas de Júpiter: Io, Europa, Calisto y Ganímedes.

Las mismas que descubrió Galileo hace casi 400 años, y que por eso mismo suelen llamarse “lunas galileanas”. Noche a noche, esos cuatro puntitos cambian de lugar. Incluso, de tanto en tanto alguno pasa por delante de Júpiter, o es eclipsado por el gigante.

Es verdaderamente emocionante pensar que lo que uno puede ver hoy con un simple binocular es muy similar a lo que vio el padre de la astronomía moderna, allá por 1609, con su muy rudimentario telescopio. Y hablando de telescopios: con instrumentos medianos (de 100 o 150 mm de diámetro, y utilizando 150 o 200 aumentos), además de las lunas galileanas, es posible observar con nitidez las clásicas y coloridas bandas nubosas de Júpiter, que corren paralelas a su ecuador. Y hasta la famosa “Gran Mancha Roja”, esa fenomenal tormenta gaseosa y ovalada, dos veces más grande que la Tierra.

El mayor escolta del Sol seguirá viéndose en óptimas condiciones durante todo este mes. Y todavía muy bien hasta octubre. De todos modos, ésta es la hora de Júpiter. Desde su lejana cercanía, el gigante a rayas parece pedirnos que salgamos a mirarlo.

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