Sáb 02.08.2008
futuro

FISICA EN LA TV

Ciencia ficción por 3

Las alusiones a cuestiones científicas en Los Simpson ya son un clásico. Han sido comentadas en la prestigiosa revista inglesa Nature, también en este suplemento, Futuro, y en múltiples publicaciones de todo el mundo. Sin pretender agotar el tema, presentamos un trío de capítulos, cada uno con un contacto científico destacable.

› Por Claudio H. Sánchez

1. LA VOZ AGUDA.

En “La última carcajada de Bob Patiño” el villano roba una bomba atómica y emite un mensaje amenazando con hacerla estallar si no clausuran todas las emisoras de televisión. A Lisa le parece que la voz de Bob en el mensaje suena anormalmente aguda. Bart tiene una teoría al respecto: calzoncillos ajustados. Pero su hermana se da cuenta de que eso indica dónde puede estar escondido Bob: dentro de un dirigible lleno de helio.

Aunque la resolución del capítulo es irreal (nadie puede sobrevivir en una atmósfera de helio), muchos habrán hecho el chiste de llenar la boca con el gas de un globo y luego hablar con voz finita. En cualquier caso, ¿cómo se relaciona el tono de la voz con el helio?

El sonido de la voz humana se debe a la vibración del aire encerrado en la garganta, como ocurre con una flauta, el tubo de un órgano y los instrumentos de viento en general. La frecuencia de sonido producido por esa vibración depende, en primer lugar, del tamaño de la masa de aire que vibra: cuanto más aire hay en la garganta, más grave es el sonido. Por eso, en general, un adulto tiene voz más grave que un niño. Por la misma razón, una tuba suena más grave que un clarinete.

Pero la frecuencia de la voz también depende de cuál es el gas que vibra dentro de la garganta. En igualdad de condiciones, cuanto menor sea la densidad de ese gas, mayor será la frecuencia con que vibra, y más aguda la voz. Y el helio es el gas menos denso que existe. Por eso, una garganta vibrando con helio en su interior emitirá una voz más aguda que cuando está llena de aire.

Esta misma propiedad se menciona en otro capítulo: “El bebé de mamá”. Un fotógrafo trata de distraer a Maggie, la bebé, llenando sus pulmones con el gas de un globo de helio para luego hablar con voz aguda y divertida (o así le parece a él).

2. FUEGO A LA VERNE

En “El autobús de la muerte” el ómnibus que conduce a los alumnos de la escuela de Springfield sufre un accidente, cae al agua y los niños terminan en una isla desierta. El capítulo es una parodia a El señor de las moscas, la novela del Premio Nobel William Golding, que también trata de un grupo de chicos que naufragan y van a parar a una isla desierta.

Esta novela es conocida entre los físicos por un error que comete el autor al describir un incidente en el que uno de los chicos le quita los anteojos a otro, que es gordito, miope, centro de todas las burlas y los usa como lupa para encender una fogata con los rayos del sol.

El incidente parece un homenaje a las novelas de Julio Verne, algunos de cuyos personajes también encendian fogatas concentrando los rayos del sol con una lupa. Por ejemplo, en La isla misteriosa o Las aventuras del capitán Hatteras.

El error del autor consiste en que los anteojos de los miopes tienen lentes divergentes, que no sirven para concentrar los rayos del sol. Si Golding hubiera sabido un poco más de óptica (y suponiendo que le hubiera importado el tema), habría hecho que su personaje fuera hipermétrope. Ellos usan anteojos con lentes convergentes, similares a las lupas.

En “El autobús de la muerte” la cuestión se resuelve sin complicaciones ópticas: Nelson le quita los anteojos a Milhouse, que también es miope, y simplemente golpea los lentes contra una roca para producir chispas y así encender el fuego.

3. EL NOMBRE DE LA LISA

“Para o mi perro dispara” es ese capítulo en el que el perro de Los Simpson ingresa a la academia de policía. Todo comienza cuando la familia asiste a un festival rural y se pierde en un laberinto de maíz. Finalmente, encuentran la salida gracias a la ayuda de Lisa y a su conocimiento del algoritmo de Tremaux.

Este algoritmo existe y es, efectivamente, un método para salir de laberintos: al llegar a una bifurcación, elegimos un camino al azar y lo marcamos con una señal. Si volvemos a pasar por esa bifurcación, debemos tomar un camino no marcado (y marcarlo, a su vez).

Si resulta que todos los caminos ya están marcados, deberemos volver sobre nuestros pasos. El método garantiza que recorreremos todo el laberinto y, tarde o temprano, encontraremos la salida. Si el laberinto no tiene salida, regresaremos al punto de entrada.

Este método se parece bastante al que trata de aplicar el protagonista de El nombre de la rosa cuando se pierde entre las salas de la biblioteca de la abadía: él también habla de hacer marcas sobre los caminos en las bifurcaciones. Sin embargo, el algoritmo de Tremaux fue enunciado en 1832, mientras que la novela de Umberto Eco transcurre en el siglo XIV.

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