Matando el reloj
Sobre el tiempo
Guido Indij (de.)
La marca editora, 300 páginas

Quien transite el pasaje Rivarola de la ciudad de Buenos Aires puede tener la sospecha de que allí existe una extraña obsesión por el tiempo. Son al menos 5 los locales que exhiben en sus vidrieras este texto en cuya tapa se pueden observar unas ristras de relojes de bolsillo que cualquier persona mínimamente observadora verá como la reproducción de la vidriera de la chacarita de los relojes (en el mismo pasaje), en el cual también copia y original se acomodan uno al lado del otro sin aclarar cuál es cuál.

Más allá de la insistente aparición de esta obra en un rincón de Buenos Aires, resulta interesante que alguien se haya tomado el tiempo de recortar fragmentos reflexivos, poéticos, científicos, ensayísticos y demás, sobre el idem. Desde Aristóteles, pasando por Newton y Nietzsche, hasta Hegel y Kant, se ordenan para opinar sobre el tiempo en las distintas secciones: Umbrales del tiempo, El tiempo medido, Calendarios y relojes, El tiempo oscuro ... El tema evidentemente da para mucho y permite abordarlo desde cualquier frente, pero nunca agotarlo, como si el tiempo fuera infinito y no hubiera impaciencia capaz de lograrlo. El libro permite a su vez hermosos diálogos extemporáneos que se logran con sólo transitar sus hojas entregado al azar. Desde una de ellas Martín Fierro asegura “Moreno, voy a decir,/Según mi saber alcanza:/El tiempo es sólo tardanza/ De lo que está por venir” para escuchar la respuesta que viene de una página anterior en la que Franz Kafka, casi borgiano, acepta: “No soy puntual, pero no siento las angustias de la espera. Espero como un buey”. Casi en el cierre del libro Paul Valery (o el editor) aconseja: “La lectura de historias o novelas sirve para matar el tiempo de segunda o tercera calidad. El tiempo de primera calidad no necesita que lo maten; es él quien mata a todos los libros, y engendra algunos”.