En los últimos tiempos,
los meses previos a la llegada de un hijo se han visto radicalmente trastrocados.
Hoy, a las pocas semanas de gestación, muchos padres ya saben cuál
es el sexo de su hijo e incluso han podido verlo, diminuto, en la pantalla de
video, señalado por el dedo del ecografista. Paralelamente, los médicos
que siguen el embarazo tienen la posibilidad de diagnosticar enfermedades, muchas
de las cuales recién se harán notar meses o años después
del parto.
Sucede que los últimos años han sido testigos de un avance arrollador
de los métodos de diagnóstico prenatal. No sólo los instrumentos
y las técnicas empleadas en las ecografías o las resonancias magnéticas
por imágenes dieron un gigantesco salto cualitativo que posibilita a
los médicos ver detalles de la fisiología del gestante, impensables
sólo años atrás, sino que también los análisis
bioquímicos que se realizan hoy a partir de la sangre materna o del líquido
amniótico permiten ver lo invisible: los rastros de cómo la herencia
mediada por los genes participa de los errores que auguran la enfermedad.
Desgraciadamente, este avance en materia de diagnósticos ha planteado
una paradoja. Hoy los médicos son capaces de diagnosticar enfermedades
para las cuales no existe tratamiento o, como suele suceder en lo que hace al
diagnóstico prenatal, pueden detectar antes del parto la presencia de
afecciones para las cuales sólo existe un tratamiento posparto que para
ese entonces se revela tardío e incapaz de revertir el daño ya
sufrido por el bebé dentro del vientre materno.
Esta paradoja es la que ha llevado a un reducido número de investigadores
a estudiar la posibilidad de tratar ciertas afecciones que hoy pueden ser diagnosticadas
prenatalmente mediante el trasplante in útero de células adultas
o células madre también conocidas como stem, son aquellas
que originan los distintos linajes celulares. Los pocos y extremadamente
preliminares experimentos realizados en este sentido han arrojado resultados
alentadores, razón suficiente para que veamos de qué se trata
aquello que han dado en llamar trasplante fetal.
Los pasos
previos
La necesidad de aportar herramientas terapéuticas que permitan a los
médicos dar alguna respuesta a los padres de los bebés que padecen
severas afecciones congénitas que los lesionan severamente aun antes
del nacimiento, amenazando tanto su vida como sus capacidades futuras, ha dado
lugar al alumbramiento de disciplinas médicas previas (en el tiempo)
al trasplante fetal, que en algunos pocos centros médicos ya se emplean
con cierta habitualidad.
Así fue que primero nació la cirugía fetal y, años
después, la cirugía endoscópica fetal. Los estudios pioneros
que señalan el nacimiento de la cirugía fetal o intrauterina datan
de fines de la década del 70, y la autoría le corresponde
al doctor Michael Harrison, cirujano pediátrico que hoy se encuentra
al frente del área de cirugía fetal de la Universidad de California
en San Francisco (UCSF), Estados Unidos. Hay enfermedades que padecen
los bebés que no pueden ser tratadas después del parto decía
a Futuro el doctor Harrison (16/03/02). Para un cirujano pediátrico,
como yo, enfrentarse con uno de estos casos era muy frustrante porque no podíamos
hacer nada para salvarle la vida. Al día de hoy, un reducido número
de afecciones congénitas como el mielomeningocele, las hernias
de diafragma, ciertas malformaciones pulmonares y obstrucciones del tracto urinario,
principalmente pueden ser corregidas quirúrgicamente antes del
nacimiento. En estos casos, se requiere una compleja y extensa operación
en la que se abre primero el vientre materno del mismo modo que en una cesárea,
para después exponer hacia afuera el útero que también
es abierto para darles a los cirujanos una ventana a través
de la cual poder realizar la corrección quirúrgica. Lo invasivo
del procedimiento que se justifica, ya que las afecciones que se tratan
de esta forma matan o lesionan severamente al gestante suele dar lugar
a que el trabajo de parto se desencadene varias semanas antes de la fecha prevista
originalmente para el alumbramiento. Este efecto secundario es el que llevó
a los expertos en cirugía fetal a buscar métodos alternativos
menos invasivos. En respuesta a esta nueva necesidad fue que nació la
cirugía endoscópica fetal.
Estas cirugías mínimamente invasivas se realizan, como toda endoscopía,
a través de tres o cuatro incisiones mínimas que permiten introducir
un instrumental quirúrgico especial, junto con una microcámara
de video que transmite a los cirujanos la imagen del campo operatorio en tiempo
real. De esta forma, se vuelve innecesario abrir el útero, lo que a su
vez reduce enormemente los ya comentados efectos secundarios de la cirugía
fetal.
A la fecha, el abordaje mínimamente invasivo intrauterino ha demostrado
ser realmente útil para otro grupo reducido de afecciones congénitas.
Una de las afecciones en la que más se ha consolidado la cirugía
fetal endoscópica es el llamado gemelo acárdico: en estos casos,
el bebé ve amenazado su desarrollo dentro del vientre materno debido
a la presencia de un segundo embrión fallido que carece de sistema circulatorio
y que le roba la sangre; el tratamiento consiste en coagular mediante
radiofrecuencia (obliteración por radiofrecuencia) el vaso que los vincula.
Una terapeutica
en pañales
Pero lo cierto es que, sumadas, la cirugía fetal y su prima, la cirugía
endoscópica fetal, no brindan respuesta a un sinnúmero de afecciones
en donde no hay algo pasible de ser corregido en forma quirúrgica. Existe
un gran número de enfermedades metabólicas, como por ejemplo aquellas
ocasionadas por el mal funcionamiento del hígado, en las cuales hoy la
terapia consiste en un trasplante que se realiza luego del nacimiento -comienza
diciendo el doctor Pablo Argibay, director del Instituto de Ciencias Básicas
y Medicina Experimental del Hospital Italiano, en su diálogo con Futuro.
Sin embargo, para ese entonces, la enfermedad puede haber progresado demasiado
y el trasplante llega tarde.
Por otro lado, ante otras afecciones congénitas, no existe ningún
tratamiento disponible y se produce entonces el nacimiento de un bebé
afectado por un grave defecto bioquímico. La lista es larga: están
las enfermedades que responden a déficit enzimáticos y a la acumulación
de tóxicos en el organismo (como la tesaurismosis, el Gaucher, etc.),
así como también aquellas en las que hay un déficit funcional
(como la hemofilia, la mucopolisacaridosis, las enfermedades de almacenamiento
lisosomal o la inmunodeficiencia congénita, entre otras).
Quienes apuestan al aún experimental trasplante de células fetal
plantean la posibilidad de reemplazar las células en las que se origina
la enfermedad por células sanas (adultas o stem) en un momento del desarrollo
que por ser tan temprano permitiría que esas células se integren
a los órganos o tejidos aún en formación. Además,
nosotros especulamos con que el sistema inmunológico de los fetos
es muy inmaduro, por lo que podría suceder que no hubiera rechazo si
uno lograra trasplantar células de unadulto para reemplazar la función
dañada en el feto, afirma el doctor Argibay.
Hasta ahora, los experimentos en animales realizados sobre trasplante fetal
pueden contarse con los dedos de las manos. La mayoría de los estudios
publicados han tratado de ver qué efectos tiene el trasplante (o transfusión)
de células stem hematopoyéticas (precursoras de las células
sanguíneas) en fetos de ratones. El trasplante in útero
de células stem hematopoyéticas es un abordaje terapéutico
potencialmente valioso que plantea la posibilidad de sacar ventaja de oportunidades
biológicas para el trasplante celular que existen en el gestante,
escribieron en el 2001 prestigiosos investigadores de la Universidad de Pennsylvania
y del Hospital de Niños de Filadelfia, en el paper de uno de estos estudios.
Aun así, estos estudios tan preliminares plantean más preguntas
que respuestas. A excepción de (su uso para el tratamiento de)
la inmunodeficiencia severa y combinada, la aplicación clínica
ha sido limitada por un mínimo o ausente engrafment (término que
en la jerga se refiere a la unión de la célula trasplantada con
el tejido anfitrión), lo que sugiere la presencia de barreras significativas
para este proceso en el medio ambiente fetal escribieron los autores del
estudio. La investigación dirigida a dilucidar la naturaleza de
estas barreras está progresando, y hay esperanzas de que puedan ser superadas
en un futuro cercano.
Experiencia
local
El primer experimento de trasplante fetal empleando ya no células stem
sino células adultas fue realizado recientemente en la Argentina, por
investigadores del Hospital Italiano. Probablemente, pronto oigamos hablar de
este estudio, ya que sus resultados están siendo presentados en estos
días en el Congreso Internacional de Trasplantes de Miami, y el comité
científico del congreso lo eligió como uno de los diez trabajos
por su excelencia y futuro.
Con la hipótesis de que el trasplante fetal puede no ser rechazado
por el inmaduro sistema inmunológico del feto, iniciamos una serie de
experimentos en ovejas preñadas en las cuales trasplantamos a sus fetos
con diferentes tipos de células afirma el doctor Argibay, también
profesor asociado del Instituto de Glicobiología de la Universidad de
Oxford. Aislamos células adultas de cerdo, las marcamos y las trasplantamos
a fetos de 14 semanas de edad en forma intrauterina a través de una aguja
guiada por ecografía.
En el caso de las células del hígado, el resultado fue sorprendente,
ya que pudimos detectar en la sangre del cordero ya nacido la presencia de las
proteínas (albúmina) producidas por las células hepáticas
adultas de cerdo trasplantadas, afirma Argibay, que en el paper de este
estudio escribió: El trasplante prenatal de células o el
xenotrasplante prenatal (como en este caso, trasplante entre diferentes especies)
presenta muchas ventajas potencialmente significativas sobre las terapias posnatales
para el tratamiento de errores congénitos del metabolismo.
¿Las ventajas? El sistema inmunológico es inmaduro, es posible
facilitar la incorporación dentro de nichos de tejidos específicos,
las tempranas complicaciones posnatales pueden ser evitadas, y la exposición
prenatal a antígenos del donante puede inducir tolerancia, escribió
este investigador que ahora, en la entrevista con Futuro, pide que quede en
claro que: Si bien por el momento esto sólo es experimental, las
posibilidades que se abren son enormes.
Conocimiento
embriologico de yapa
Como toda línea de investigación innovadora, su avance aporta
además una maravillosa cantidad de información básica sobre
los procesos biológicossobre los que se pretende actuar. En este caso,
la investigación en torno al trasplante fetal (algo similar sucedió
con la cirugía fetal) está arrojando un voluminoso paquete de
información sobre la embriogénesis de los mamíferos, y
más precisamente sobre la que atañe al ser humano.
Al poder manipular células dentro de modelos animales fetales,
podemos entender en detalle tanto la embriología de los diferentes tejidos
como los procesos biológicos que subyacen a diferentes enfermedades,
señala el doctor Argibay. En lo que respecta a enfermedades, por
ejemplo, estamos estudiando cuál es la respuesta fetal al trasplante
de células del páncreas, lo que constituye una excelente vía
para comprender un poco más el fenómeno inmunológico que
se hace presente en la diabetes.
En nuestros trabajos sobre trasplante fetal también buscamos observar
cómo pasan las células del feto a la madre, un fenómeno
casi no estudiado hasta ahora, y que sería beneficioso comprender para
así poder detectar en la madre enfermedades letales o reacciones cruzadas
entre la madre y el feto.
En lo que hace a expandir el conocimiento sobre la embriogénesis, por
su parte, estudiamos cómo al trasplantar neuronas adultas en determinada
área del cerebro de un feto (animal), estas neuronas luego se desarrollan,
migran y establecen circuitos cerebrales.
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