Sábado, 27 de junio de 2009 | Hoy
EXPLOSIONES NUCLEARES EN COREA DEL NORTE Y CONFERENCIAS POR EL DESARME EN LA HAYA
Con los recientes ensayos nucleares de Corea del Norte la preocupación sobrevino nuevamente, lo que provocó una declaración de Pugwash –encuentro científico que apelaba a la eliminación del arsenal nuclear– y un pedido de sanciones de la ONU.
Por Jordana Dorfman
Sochi (Rusia), octubre de 1969. Guerra Fría. En el patio de un hotel, Marshall Shulman –especialista en asuntos rusos de la Universidad de Columbia, Estados Unidos– y Mijail Dmitrievich Millionshchikov –un destacado físico soviético– juegan frisbee.
Al menos así lo atestiguaba un sorprendido periodista de la revista Time en su artículo Good Guys All (Todos Buenos Muchachos). Y con este título hacía referencia a las declaraciones del entonces director del Instituto de Moscú de Estudios Americanos: “En tanto Estados Unidos tenga superioridad sobre la Unión Soviética, se considera que todo está bien. Porque los norteamericanos están seguros de que son buenos muchachos, de que no causarán daño a nadie. Pero les aseguro que nosotros, en la Unión Soviética, también nos consideramos los buenos muchachos...”.
Este particular encuentro de buenos muchachos ocurría durante la XIX Conferencia Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales. Y el objetivo de estas conferencias era el diálogo en medio de la Guerra Fría y la eliminación del arsenal nuclear. Hoy, sus objetivos se ampliaron pero siguen inspirados en el espíritu de los comienzos: un manifiesto acordado por Bertrand Russell y Albert Einstein, quien lo firmó dos días antes de su muerte. Luego fue rubricado por otros nueve destacados científicos.
En el año 1955, la amenaza ya no era la bomba “A” que había destruido Hiroshima, sino la “H”, con un poder dos mil quinientas veces mayor. Y en ese contexto, El Manifiesto, dirigido a todas las personas, apelaba a la responsabilidad de los científicos, proponía que se reunieran en una conferencia en la que se evaluaran los peligros que surgirían con el desarrollo de armas de destrucción masiva. El texto finaliza “... recuerden su humanidad y olviden el resto. Si lo hacen, se abre el camino ante un nuevo Paraíso; si no, se extiende ante ustedes el riesgo de la muerte universal”. Así, la primera reunión se realizó en 1957 en una pequeña ciudad de Canadá llamada Pugwash.
Hoy las Conferencias, como el resto de las actividades que organiza la entidad, tienen por objetivo la eliminación de armas nucleares, químicas, biológicas y, de forma ideal, resolver conflictos antes de que llegue la guerra; también tratan sobre violaciones de los derechos humanos, la falta de equidad social y cambio climático; además, debaten sobre la responsabilidad social de los científicos. Y lo hacen desde una postura que ante la ferocidad del mundo actual puede parecer inocente.
Es que en cada conferencia se reúnen científicos y figuras públicas de todo el mundo con un compromiso social y con la intención de dialogar y buscar soluciones conjuntas a problemas globales. Estas personas no representan a gobiernos o instituciones, sino que participan como individuos. Pero como se trata de importantes académicos, asesores de gobierno y otros cargos de influencia, las conclusiones de las conferencias llegan lejos. La clave es el diálogo, unir partes de conflictos en ámbitos extraoficiales, buscar puntos de encuentro.
Como decía Mafalda: “Lo urgente no deja tiempo para lo importante”, y mientras este último abril los titulares de los diarios del mundo estallaban con noticias sobre una posible pandemia de gripe, en Holanda –hoy ya tenemos la enfermedad en casa–, durante la 58ª conferencia se debatía sobre la no proliferación y la eliminación de las armas nucleares. Porque el peligro de “muerte universal” sigue vigente y más saludable que nunca. Un ejemplo es el de Corea del Norte, que continúa realizando explosiones nucleares subterráneas, lo que acaba de provocar una declaración de Pugwash y el planteo de sanciones por parte de la ONU.
Una de las estrategias de las Conferencias Pugwash es reunir a las partes en forma extraoficial, sin flashes ni filmadoras, sentarlas a charlar, llevarles propuestas sin esperar resultados inmediatos, pero con la convicción de que facilitar el diálogo entre personas claves de ambos lados es un gran logro en sí mismo. Y uno de los triunfos que el mundo le reconoce a Pugwash es su aporte a los acuerdos de control de armas durante la Guerra Fría. En 1995 la organización obtuvo el Premio Nobel de la Paz compartido con uno de sus fundadores: Roblatl, único investigador que renunció al Proyecto Manhattan –-aquel destinado a desarrollar la primera bomba nuclear en EE.UU.– por objeciones éticas.
Durante la 58ª conferencia estuvieron presentes científicos y políticos de zonas en conflicto de Medio Oriente y Asia y, a pesar de los últimos acontecimientos, también norcoreanos. Los organizadores destacaron que se está viviendo un nuevo clima internacional positivo. Dicen que este clima tiene mucho que ver con una declaración conjunta, del 1º de abril pasado, de los presidentes de EE.UU. y Rusia, donde aseguran que trabajarán en pos de un mundo sin armas nucleares. Y con el compromiso de Obama de cumplir con las obligaciones de su país –asumidas en la firma del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares en 1968– que insta a la reducción de reservas de armamento nuclear con vistas a una futura eliminación completa.
Son muchos los argentinos que participaron en las diversas actividades Pugwash a lo largo de su historia. Hoy la Dra. Karen Hallberg, física del Centro Atómico Bariloche (cab.cnea.gov.ar) y profesora del Instituto Balseiro (ib.edu.ar), es miembro del Consejo Directivo de la organización. Y hasta Moreno Ocampo, fiscal adjunto del Juicio a las Juntas y actual fiscal jefe de la Corte Penal Internacional, y Rogelio Pfirter, embajador en Londres en tiempos de Menem y actual director general de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (opcw.org/sp), brindaron charlas y disertaron sobre estos temas durante la última conferencia.
En esa reunión, Hallberg presentó en el grupo de derechos humanos y responsabilidad del científico un trabajo sobre código de conducta en nanotecnología. Así, instaló en la agenda del debate la relación entre nanotecnología, nanociencia y derechos humanos con el objetivo de que los nuevos proyectos se dirijan al crecimiento de los pueblos.
Sobre todo, porque con rapidez el mundo “nano” puede entrar en la vorágine de los productos competitivos internacionales que no siempre tienen que ver con las necesidades reales de los países en vías de desarrollo. Como todo lo que se gesta en Pugwash, este trabajo fue presentado para la discusión académica y política, de modo que las conclusiones se “derramen” luego en los países de origen de los participantes.
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