Sáb 07.09.2002
futuro

Los hombres de negro

Por Pablo Capanna

Hay quien asegura que las apariciones de ovnis, monstruos lacustres y abominables hombres de las nieves suelen recrudecer en las temporadas de sequía informativa, cuando los medios sufren de horror al vacío. Pero el hecho es que con el tiempo los misterios insolubles han llegado a constituir una sección permanente y reclaman su espacio hasta en medio de las más copiosas tormentas de noticias.
A los argentinos de hoy no nos faltan noticias (generalmente pésimas) para alimentar tanto silenciosas depresiones como ruidosas protestas. Sin embargo, a pesar de todas nuestras calamidades, este año nos entretuvimos por un tiempo con el misterio de las vacas destripadas. Luego, el viento del olvido se lo llevó, junto con el ántrax de Lombardo.
La historia de las inexplicables disecciones vacunas sólo era nueva en estas pampas. En Estados Unidos se vienen registrando más de 10.000 casos desde 1967, que han dado origen a una importante leyenda urbana, o mejor, rural. Siempre son mutilaciones casi quirúrgicas de ojos, orejas, genitales y esfínteres, con desangrado y alguna vez radiactividad.
Como todos estos casos no tienen una explicación definitiva (y probablemente no respondan a una misma causa), la sospecha conspirativa ha querido asociarlas con sectas satánicas o experiencias clandestinas. La versión más popular las atribuye a unos extraterrestres bastante torpes, que al cabo de tres décadas de estudio todavía no terminan de entender la anatomía de la vaca.
No faltan aquellos más audaces que vinculan la disección de rumiantes con el origen de la “vaca loca”, enfermedad que los pérfidos alienígenas habrían desarrollado con las peores intenciones. Todo esto a pesar de que nunca pensaron en llevarse los cerebros, que son precisamente el blanco de la encefalopatía espongiforme.
Por fin apareció un informe oficial elaborado por gente tan prosaica como veterinarios y agrónomos, que explicaba la mortandad por un complejo de causas y atribuía las mutilaciones a la acción de un conocido predador criollo: el ratón hocicudo rojizo.
El informe argentino coincidía, a grandes rasgos, con el minucioso estudio que había elaborado Ken Rommel, un fiscal de distrito de Santa Fe (Nuevo México). Rommel, un ex agente del FBI convocado por una comisión senatorial, concluyó en 1980 que si bien no todas las muertes tenían la misma causa, las mutilaciones podían explicarse por la acción de toda una gama de predadores, especialmente pájaros e insectos.
Obviamente, ningún mísero ratón podía conformar a los devotos de lo insólito y más de uno se quedó pensando que la (horrible) verdad nos ha sido escamoteada. ¿Hubo una operación de inteligencia destinada a ocultar que somos víctimas del cuatrerismo cósmico, por si nos faltaba algo? ¿Serán los carpinteros de Aldebarán o los plomeros de Proción que vienen a cobrarse sus bonos de la deuda? ¿No habrán andado por aquí los Hombres de Negro, confundidos con alguna misión del Fondo Monetario y aprovechando para promover su última película?

De Hollywood a su hogar
El mismo año en que apareció el informe Rommel sobre las mutilaciones de ganado nació la versión extraterrestre, que desde entonces se tornó irresistible. La autora fue Linda Moulton Howe, una ex reina de belleza de Idaho, que escribió dos libros sobre las vacas mutiladas y filmó un documental, con el cual obtuvo el premio Emmy en 1980. La película,llamada “Extraña cosecha” (“Cosecha roja” ya estaba registrado) documentaba los avistamientos de ovnis y la presencia de misteriosos helicópteros negros en las zonas afectadas. También “explicaba” la cauterización de las heridas por la acción de microondas. ¿Por qué las autoridades no investigaban estos hechos? Es que había un ocultamiento deliberado por parte de los agentes del MJ-12, los Hombres de Negro, explicó Linda. Pero, ¿qué era el MJ-12?
Mucho antes de llegar al cine, la TV y los videojuegos, los Hombres de Negro ya eran el eje de una leyenda que a lo largo de cincuenta años fue creciendo y complicándose al infinito.
En 1953 Albert K. Bender, el editor de una de las primeras revistas de ovnis, escribió que había recibido la visita de tres misteriosos personajes vestidos de negro, presuntos agentes de inteligencia, que le habían prohibido seguir investigando. Las amenazas no deben haber sido demasiado serias, porque nadie impidió que Bender lo contara todo en un libro y llegara a venderlo bastante bien. Tres años más tarde Gray Barker, otro ufólogo, retomó la historia en otro libro (Ellos sabían demasiado sobre los platos voladores) y logró sembrar la paranoia entre todos aquellos que se interesaban por el tema.
Luego aparecieron los mitómanos y los embusteros, que fueron componiendo una suerte de gran novela colectiva o de mito conspirativo, a menudo reescribiendo los mismos capítulos conforme a distintas tramas.
Se dice que la tarea de los Hombres de Negro (MIB) es desinformar y ocultar las pruebas de la presencia extraterrestre en la Tierra. Según las distintas versiones de la leyenda, pueden ser tanto hombres como robots; a veces son agentes extraterrestres y otras vienen de Washington.
Andan en grupos de tres (el cine los redujo a dos) y se desplazan en Cadillacs y Lincolns antiguos en perfecto estado. Cualquiera diría que hoy tendrían que andar en una 4x4 con vidrios polarizados; pero, a pesar de que hasta Batman se actualizó, los mitos suelen ser muy conservadores.
Todos los Hombres de Negro se parecen; son de tez cetrina, usan traje, corbata y zapatos negros, anteojos espejados y camisa blanca. Esto último permite distinguirlos de los mafiosos, que prefieren las camisas oscuras, y de los espías, que nunca se sacan el piloto. No quieren fotos, exigen silencio y no dejan rastros. Apenas hablan, pero son fríos y decididos al actuar. Se diría que, aunque se disfracen de Pergolini, piensan como Hadad.
A veces, tripulan unos helicópteros Cobra totalmente negros, sin marcas exteriores. En la época en que empezaron a aparecer en Estados Unidos, aquí se esperaba la llegada de un misterioso avión negro que iba a traer a Perón.
¿Por qué entonces el cine los ha “blanqueado” convirtiéndolos en simpáticos personajes de comedia? Es obvio, diría un paranoico: precisamente para ocultar su existencia real y seguir desinformándonos impunemente.
“La verdad que siempre nos han ocultado” sería la que sigue.

Los vendepatria planetarios
Las teorías conspirativas son al imaginario colectivo lo que la paranoia es a la psicopatología. La ignorancia tiende a potenciarlas, pero como viven parasitando la realidad pueden llegar a hacerse muy verosímiles, como ocurre con tantas denuncias que circulan por Internet.
Con el tiempo, la historia de los Hombres de Negro (que en sus modestos comienzos eran apenas agentes de la CIA) pasó a ser apenas el apéndice de una compleja ficción. El mito es específicamente norteamericano, y sus distintas versiones seducen tanto a los ufólogos como a los fundamentalistas, a las milicias de ultraderecha y a no pocosrepublicanos. Gente como Pat Robertson y Luis Farrakhan son propensos a creerlo. Como buena ideología conspirativa, tiene explicación para todo: el sida, las ablaciones de órganos vacunos, el ántrax, el atentado a las Torres y las burbujas financieras.
Según el mito, los extraterrestres habitan entre nosotros desde hace casi medio siglo. Los Hombres de Negro trabajan sin descanso para ocultar su presencia. No sólo lo hacen para evitar el choque cultural que supuestamente provocaría la revelación; en general, proceden de manera aviesa para someternos a los extraterrestres, con la complicidad del poder imperial.
La leyenda dio un salto cualitativo en 1984, cuando un canal de TV de Los Angeles recibió un rollo de fotos con las “pruebas documentales” de la conspiración. Otro misterioso rollo apareció diez años más tarde y desde entonces los documentos fraguados han seguido multiplicándose. Aparentemente, los MIB no han hecho nada por evitarlo, pero esto es casi habitual en un territorio donde se publican los documentos más secretos sin que nadie lo impida.
Como creación colectiva, la leyenda ha crecido a medida que absorbía y “explicaba” nuevos hechos. Puesto que su crecimiento es aluvional, no siempre es congruente; en ella coexisten versiones contradictorias, a gusto de los distintos sectores, pero no deja de impresionar la minuciosidad con que se desarrollan hasta los menores detalles.
Los Hombres de Negro son algo más que agentes de KAOS o de CONTROL. Son cuadros del Proyecto Delta, al servicio de una agencia secreta llamada MJ-12, también conocida como Los Doce Magníficos.
La agencia habría sido creada por Truman en 1947, después del supuesto incidente de Roswell, cuando se rumoreó que dos o tres ovnis se habían estrellado en Nuevo México. Organizada por el general George C. Marshall, contó entre sus fundadores a los más altos jefes militares, gente como Vannevar Bush, el asesor científico de la Defensa, y el experto en cohetería Wernher von Braun. Entre ellos habría estado el mismísimo Albert Einstein (¡!), inevitable protagonista de otras leyendas seudocientíficas, como aquel Experimento Filadelfia, según el cual la “US Navy” logró teleportar a un acorazado y nunca más volvió a intentarlo.

Los Superiores conocidos
El mito asegura que en 1954 Eisenhower firmó un tratado diplomático con varias civilizaciones extraterrestres, haciéndoles grandes concesiones que comprometen seriamente nuestra soberanía planetaria. A cambio, obtuvo la transferencia de la tecnología obsoleta de los ET, que va desde el disco compacto hasta el microondas.
También se dice que fue Ike quien convirtió al MJ-12 en una poderosa mafia, la Jason Society, una criptocracia de 32 notables norteamericanos que dominan al mundo. La Sociedad se financia mediante el narcotráfico, negocio en el cual tiene prácticamente el monopolio. También controla la población mundial diseminando enfermedades como el sida, el ébola o el síndrome del Golfo, creadas en laboratorios militares y destinadas a deshacerse de negros, indios, latinos, gays y otros “indeseables”. Recordemos que en la primera escena de Men in Black los oscuros agentes intervenían para combatir la inmigración clandestina de chicanos.
Entregados a los intereses de distintas potencias galácticas, los cipayos del MJ-12 garantizan sus inversiones en la Tierra. Por ejemplo, protegen el tráfico de tejidos vacunos, aunque nadie sabe para qué los quieren los E.T.
Los doce jerarcas de la Sociedad se reúnen en un country secreto de Maryland donado por Rockefeller, al cual sólo es posible acceder por helicóptero (negro). Se dice que entre ellos estuvieron gente como AllenDulles, de la CIA, y Zbigniew Brzezinski, de la Trilateral Commission. En cuanto a Henry Kissinger, tuvo a su cargo la apropiación de tecnología extraterrestre y el proyecto de investigación histórica de todos los “contactos” del pasado.
Se asegura que la Jason Society y el MJ-12 controlan a la CIA y al FBI; y ya que estamos, también al FMI, el Banco Mundial y la FIFA. También que todos los presidentes de los Estados Unidos (¡menos Kennedy!) formaron parte de la organización, lo cual nos estremece de solo pensar que hoy podría estar en manos de George W. Bush.

Los invasores
Desde H. G. Wells para acá, las historias de invasión extraterrestre siempre funcionaron como metáforas de las cosas que hacía el colonialismo con los pueblos conquistados. Cuando Wells escribió en 1898 La guerra de los mundos no dejó de recordar que si los europeos habían exterminado a los indígenas de Tasmania en sólo cincuenta años, no estábamos en condiciones de pedir clemencia si a los marcianos se le ocurría hacer lo mismo con ellos.
Las fantasías de invasión funcionan porque hacen que los ganadores imaginen por un momento que ellos podrían haber sido los perdedores. Se diría que conjuras como estas resultan alarmantes para los norteamericanos medios porque insinúan que ellos también pueden estar sometidos a las mismas políticas que sus gobiernos aplican en otros países.
Por supuesto, hay versiones mucho más delirantes, donde el mito se “enriquece” con contenidos esotéricos y neonazis. En algunas de ellas, los Hombres de Negro son agentes de los reptiles de Orión y los propios criptócratas del MJ-12 están sometidos a la omnipotente secta de los Illuminati, que ha fraguado el atentado a las Torres Gemelas para acabar dividiendo a los Estados Unidos en diez republiquetas. No faltan quienes aseguran que el año que viene el mundo chocará contra un planeta errante y que los Magníficos se han preparado para esconderse en ciudades subterráneas secretas y reconstruir el mundo a su gusto.

Demonios, vampiros y servicios
Leyendas como la de los Hombres de Negro no son sólo racionalizaciones delirantes que explican los “misterios no resueltos”. También alimentan la paranoia, “explicando” que detrás de las transformaciones forzadas de la globalización hay algún plan siniestro. Para algunos esto puede resultar más tranquilizante que ponerse a pensar que nadie maneja el control y que el mundo está en manos de monos con navaja.
Los Hombres de Negro parecerían una mitología típicamente posmoderna, un pastiche de mito ovni, historia de espionaje y best seller político. Serían el equivalente del Gran Hermano en la era de la información, donde todos nos sentimos espiados y la “encriptación” es un próspero negocio.
Sin embargo, cada vez es más difícil ser originales y en materia de mitos nunca fue fácil hacerlo. Algún antropólogo ha observado que el aspecto de los misteriosos agentes de la desinformación y el oscurantismo recuerda de manera alarmante al semblante de los vampiros. Hasta se parecen al mismísimo diablo, que suele vestirse de negro, por lo menos desde los primeros aquelarres del siglo XII.
En vísperas de la Reforma, hubo quien escribió contra los reaccionarios que perseguían a Johannes Reuchlin y a otros estudiosos cristianos de la Cábala. Algunos humanistas anónimos fraguaron entonces unas Cartas de los Hombres Oscuros donde ridiculizaban su torpeza e ignorancia, y con esta sátira evitaron una caza de brujas. Aquellos Hombres Oscuros, los Hombresde Negro de entonces, pasaron a la historia como “oscurantistas”. ¿En qué se distingue este mito? Como suele ocurrir, presenta una radical desvalorización de toda nuestra ciencia y tecnología, asumiendo que todo lo han hecho los E.T.
También llama la atención que a pesar de sus dimensiones cósmicas y su circulación por la Red, el mito es tremendamente provinciano. Sólo habla de Estados Unidos. Como corresponde a cualquier teoría conspirativa, nada es lo que parece. Toda la NASA es apenas una pantalla para ocultar el intenso tránsito galáctico que entorpece las cercanías de la Tierra; la DEA encubre a los verdaderos narcos; Bin Laden es un perejil y las Torres fueron voladas desde adentro.
No hay un Imperio ni un Eje del Mal sino varios, y muchos de los que dicen protegernos son nuestros peores enemigos. Abundan las tremebundas denuncias que acusan de complicidad con las fuerzas del Mal a las figuras más destacadas de la política norteamericana, pero el resto del mundo ni siquiera se menciona, como si hace tiempo fuera una vasta reserva turística.
Los romanos, sin ir más lejos, sabían dónde quedaban Numidia, Panonia o Iliria, y los ingleses eran capaces de extasiarse con la cultura de la India.
Los imperios de antes eran menos paranoicos.

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