No es que Futuro se vuelva loco por los aniversarios (y en este año hubo bastantes), pero resulta que algunos se pasaron por alto: el de la publicación de la Filosofía Zoológica de Lamarck, con la primera Teoría completa de la evolución (1809) y el del descubrimiento, por parte del médico brasileño Carlos Chagas (1879-1934) de la enfermedad que con justicia lleva su nombre en 1909. Francamente es inútil insistir con que es una enfermedad de la pobreza y que por lo tanto es, en cierta forma, dejada de lado por las principales líneas de investigación, aun en nuestro país (donde, sin embargo, hay varios grupos que se dedican a ella), o que los esfuerzos por erradicarla, que también existieron y a veces fueron enérgicos, no consiguieron resolver el problema que afecta a millones de habitantes. Pero así como a Lamarck se le dedicará una entrega completa el mes que viene, en este caso pareció razonable dedicar una entrega a esta persistente epidemia. Pandemia, mejor.

Es verdaderamente sorprendente que, en un siglo, no se haya encontrado una vacuna o un tratamiento completo: la medicina no está siempre a la altura de sus promesas, ni de lo que se espera de ella; es sólo una ciencia, al fin y al cabo, y no magia.

Pero enseña (esta situación) los problemas relacionados con la erradicación de un problema que, mejor que enfermedad de la pobreza, debería llamarse enfermedad social, ya que a falta de mejores recursos sólo se puede acudir a la prevención, y ésta necesita no solamente de la acción del Estado (fumigaciones, construcción de viviendas seguras) sino de la resolución de complejos problemas sociológicos.

Esperamos que los lectores, después de leer este número, se enteren de algo más sobre la enfermedad y sobre la epidemia que, a quienes aparentemente estamos libres de ella, nos parece un tema lejano, y simbolizado por un nombre que queda como eso, sólo como un nombre. Cuando una enfermedad social es persistente toda la sociedad que la tolera es enferma.

Leonardo Moledo
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