Sábado, 17 de octubre de 2009 | Hoy
Por Nicolas Olszevicki
“Gobernar es seleccionar”
Historia y reflexiones sobre el mejoramiento genético en seres humanos
Héctor Palma.
Jorge Baudino Ediciones
224 páginas
Hiroshima, Nagasaki, Dresde. Los nombres resuenan como balazos (como bombas) y obligan a pensar en el complejo entramado científico-tecnológico-político que contribuyó, entre otras cosas, a hacer de las masacres del siglo XX las más espantosas de la historia de la humanidad. No es casual que el nazismo, con su conjunción nefasta de politiquería de la peor y tecnología avanzada, haya sido interpretado por muchos intelectuales como la negación absoluta del ideal iluminista, aquel que había guiado al pensamiento a partir de la Revolución Científica.
El nazismo y sus derivaciones, con el irracionalismo nietzscheano a flor de piel, se convirtieron automáticamente en lo opuesto del verdadero pensamiento y, así, en el chivo expiatorio para explicar muchos de los errores que, en realidad, habían surgido desde la propia comunidad científica. Todas las hipótesis de las que Hitler y sus secuaces se habían valido para justificar sus asesinatos fueron declaradas ramas laterales y despreciables de la ciencia. Tal vez la eugenesia (la idea de que la raza humana puede mejorarse a través de la intervención y el control de la descendencia) sea el más claro ejemplo: a posteriori, por supuesto, fue calificada como una pseudociencia y señalada como la responsable de muchas de las atrocidades del Holocausto.
Sin embargo, como demuestra Héctor Palma, la eugenesia fue algo más que una corriente apartada de la ciencia durante el siglo XX. Sus gérmenes se encuentran ya en la antigüedad clásica y en las culturas precolombinas. Y lejos de haber sido patrimonio exclusivo de la Alemania nazi, pensadores de todas las extracciones ideológicas y de todas las profesiones (socialistas, liberales, conservadores; biólogos, demógrafos, juristas) consideraron más o menos seriamente –y mucho antes de la irrupción de Hitler en el mapa internacional– la posibilidad de que la raza progresara a partir del control de la reproducción.
En un recorrido que arranca desde la postulación de la Teoría de la Evolución natural y su adaptación al determinismo biológico, que corre a través de los errores de la antropología criminal, la craneometría y el darwinismo social y que llega hasta la creación del pensamiento eugenésico argentino, Palma construye una historia desmitificadora de la eugenesia, uno de esos pasos en falso que la Ciencia (así, con mayúscula) quisiera no haber dado nunca y que trata, incansable y tal vez inútilmente, por olvidar.
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