Si se trata de descubrir cómo una fuente de energía renovable puede arruinar el medio ambiente, no hay como apreciar algunos datos de la Represa de las Tres Gargantas, que el gobierno chino levantó en el río que es cuna de su civilización: el Yangtzé. Esta represa, que se empezó en 1993, mide 185 metros de alto, 2300 de largo y ha formado un lago artificial de 660 kilómetros cuadrados (tres veces y media la superficie de la ciudad de Buenos Aires).
El agua se elevó más de 120 metros de su nivel natural, lo que obligó a evacuar 1200 pueblos y dos ciudades enteras. Otras consecuencias son la evacuación de casi dos millones de personas, la desaparición de 24.500 hectáreas cultivables y la destrucción de mil sitios arqueológicos de enorme valor. El gobierno chino, ante el colapso de una montaña entera en junio de 2007, debió reconocer una mínima parte de los desastres ambientales que causó y causará su proyecto. Y si se habla de dinero, el costo ronda los 27.000 millones de dólares, según versiones oficiales –las no oficiales hablan de 72 mil– y supera con amplitud los 7500 originales.
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