Sábado, 17 de julio de 2010 | Hoy
LA JABULANI Y EL MUNDIAL DE FUTBOL
Como ocurre cada cuatro años, el mundo futbolístico celebró, el 11 de junio de 2010, el toque que dio inicio al Campeonato Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Y con ese toque se puso a rodar la pelota que la FIFA designó oficialmente para el evento y cuyo fabricante es Adidas. Fue bautizada Jabulani, que en zulú, una lengua hablada en el Africa austral, significa “celebración”.
Por Esteban Magnani y Luis Magnani
No fue necesario que pasara mucho tiempo para que el nombre adquiriera una connotación paradojal; es decir, pocos encontraron algo para “celebrar” en lo que a la Jabulani se refiere. Las críticas se acumularon: que la pelota viborea, que no dobla, que no frena. Estas excusas informales se chocaban contra las declaraciones de la empresa fabricante que aseguraba que el diseño era el mejor jamás hecho y que sólo faltaba que los jugadores se acostumbraran, pero como todo lo que rodea un mundial debe llenar interminables horas de cobertura mediática justificadas o no, el tema se trató hasta el infinito y más allá. De hecho, en algunos países como Argentina y Alemania esta misma pelota se usó para los torneos locales sin grandes polémicas. Lo que faltó en todas las discusiones fue una pregunta científica válida como, por ejemplo, ¿qué es lo que cambió a nivel aerodinámico respecto de pelotas anteriores?
Lo primero que descartó cualquier análisis mínimo fue una diferencia en el peso: la Jabulani pesa 440 gramos, casi al tope del rango permitido por la FIFA de 420/445 gramos. Los cambios se dieron en otros aspectos, como explica Guillermo Artana, director del Laboratorio de Fluodinámica de la Facultad de Ingeniería, (UBA): “En primer lugar la pelota se hizo con gajos preformados, es decir, que no son planos estirados sino que ya vienen con la curvatura indicada para que la pelota sea más esférica. Para hacerla más lisa todavía, están unidos sin costuras y casi sin que se produzca relieve en las uniones”. Además, esta pelota, a diferencia de las anteriores, tiene sólo ocho gajos contra los 14 de la Team Geist, usada en el Mundial pasado con similares críticas, o las clásicas de 32. La cuestión no es menor: las uniones de los gajos producen un efecto de turbulencia a partir de cierta velocidad que, contrariamente a lo que indicaría la intuición, “recubren” a la pelota y reducen la resistencia del aire. Este efecto es, por ejemplo, el que se busca con los hoyuelos que tienen las pelotitas de golf que les permite llegar más lejos.
Pero también ocurre que al reducir la cantidad de gajos aumenta lo que se llama en los EE.UU. knuckle effect, un tipo de efecto usado en el béisbol que hace viborear las pelotas rápidas que giran poco. Esto ocurre en la pelota de béisbol porque, a partir de cierta velocidad, cuando se produce la turbulencia, ésta tiene lugar preferentemente en regiones cercanas a la única costura de ese tipo de pelota. Cuando las costuras son más, la turbulencia ocurre de manera más uniforme sobre la superficie, lo que hace que las turbulencias se anulen mutuamente. Pero si las “costuras” son pocas, como en el caso de la pelota de béisbol o la Jabulani, la esfera tiende a zigzaguear en el aire a velocidades altas, que es cuando aparecen las turbulencias. “Los técnicos de la empresa se dieron cuenta de esto –continúa Artana–, por lo que le agregaron unas estrías a la pelota que debían compensar el knuckle effect o efecto nudillo.” Pero al parecer no lo lograron o al menos no totalmente.
El fenómeno fue comprobado por estudios realizados en la NASA: a partir de los 72 km/h, velocidad típica de un tiro libre, la pelota sufría turbulencias no uniformes sobre la superficie y viboreaba pese a las estrías que buscaban estabilizarla como harían los alerones en un avión. La pelota, al ser más lisa pero no totalmente, si era lanzada casi sin efecto sufría las consecuencias provocadas por las pocas costuras que producen asimetrías en la superficie.
Otra diferencia de comportamiento respecto de las pelotas anteriores fue detectado por el Instituto de Tecnología de California. Al poner la pelota en un túnel de viento llegaron a la conclusión de que en la Jabulani la velocidad mínima a partir de la cual comienza a ocurrir la turbulencia es superior a la de sus precedentes. En consecuencia, a velocidades moderadas la Jabulani se frena más uniformemente que sus antecesoras, las que cuentan con el efecto favorable de la turbulencia a partir de los 50 km/h y pueden volar comparativamente más lejos a esa velocidad. Es decir que los jugadores en tiros fuertes que esperaban que la Jabulani se desacelerara más rápido al bajar del umbral de los 50 km/h, como hacían sus antecesoras, encontraban que se frenaba en menor medida y seguía un curso más recto, sin caer tanto. En otras palabras, el comportamiento “impredecible” era tal tan sólo en la comparación con la pelota anterior y a ciertas velocidades más bajas. Por su parte, el profesor del laboratorio que hizo el estudio, Beverley McKeon, es optimista: cada vez que se cambia el balón lleva un tiempo adaptarse”.
“En cualquier caso es muy difícil llegar a una conclusión definitiva, sobre todo por dos razones –continúa Artana–: una es que en los estudios de laboratorio en un túnel de viento la pelota está quieta: no se deforma ni gira porque lo que se mueve es el aire. La otra razón es que los modelos matemáticos no pueden tener en cuenta todos los factores que influyen en la trayectoria como la esfericidad, el material, el efecto, ráfagas de viento, etcétera.” ¿Y entonces? “De alguna manera hay que creerles a los futbolistas, quienes son los que tienen más experiencia sobre el comportamiento de una pelota.” Pero lo cierto es, también, que en los últimos partidos el nivel mejoró: o los jugadores se acostumbraron o fueron quedando los mejores...
Para hacer las cosas más difíciles, este mundial tuvo algunas particularidades. En Sudáfrica varios estadios están muy por encima del nivel del mar (Johannesburgo a unos 1800 metros), lo que afecta la aerodinámica, porque disminuye la densidad del aire y el vuelo de la pelota tiene menos resistencia: el famoso caso de “la pelota no dobla”. El viento, el césped muy cortado, parcialmente sintético y a veces mojado, son factores que podrían haber afectado la precisión de los jugadores.
Así las cosas, la discusión sobre la pelota contribuyó al folclore del Mundial. La FIFA, si lo que quiere son más goles, tendrá que revisar de qué manera lo consigue, porque está visto que una pelota difícil para los arqueros lo es también para los jugadores de campo. Ahora, si lo que quería era una excusa para sacar al mercado otra pelota más dentro de cuatro años, seguramente lo ha logrado.
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