Sábado, 18 de septiembre de 2010 | Hoy
LA CERCANIA DE UN GIGANTE
En los próximos días, el planeta estará a su mínima distancia de la Tierra en casi 60 años. Vale ir preparando los telescopios hogareños para avistar su disco y sus lunas.
Por Mariano Ribas
Todas las miradas al gigante: durante la próxima semana, Júpiter y la Tierra tendrán un encuentro inusualmente cercano. Tan es así que la distancia entre ambos planetas será prácticamente la mínima posible. Y por eso Júpiter se verá como pocas veces en nuestras vidas. Descollante e inconfundible a ojo desnudo. Y absolutamente impresionante a través de telescopios. La primavera trae bajo el brazo un regalo astronómico de aquéllos, una versión inmejorable del “Rey de los planetas”. A continuación, Futuro les cuenta todos los detalles necesarios para disfrutar de un auténtico “Júpiter Premium”.
Por empezar, vamos a ubicarnos. Júpiter es el quinto planeta a partir del Sol, y está unas cinco veces más lejos que la Tierra de nuestra estrella. Es así que, para completar su órbita el gigantesco planeta gaseoso (143 mil kilómetros de diámetro) demora casi doce años de los nuestros. Y bien, resulta que cada 13 meses la Tierra –que recorre una órbita más chica, y a mayor velocidad– “alcanza” a Júpiter del mismo lado del Sol. Y entonces, fugazmente, los tres forman una línea casi recta en el espacio (Sol-Tierra-Júpiter). A eso se le llama oposición, porque el Sol y el planeta se ubican en puntos diametralmente opuestos desde nuestro punto de vista, tanto en el espacio como en el cielo, claro está. Al mismo tiempo, la oposición también marca el momento de menor distancia entre la Tierra y Júpiter (o cualquier otro planeta externo, en realidad). Y aquí llegamos al quid de la cuestión: si las órbitas de la Tierra y de Júpiter fuesen perfectamente circulares y concéntricas, todas las oposiciones serían iguales. Y cada 13 meses, Júpiter se ubicaría siempre a la misma distancia mínima de nuestro planeta. Pero no es así. Y de ahí lo precioso de este inminente encuentro.
De Kepler a esta parte sabemos que las órbitas planetarias no son aristotélicamente circulares sino, justamente, keplerianamente elípticas. Y que en el Sistema Solar no todo es tan prolijo, ni perfectamente concéntrico. De hecho, y yendo directamente al punto que nos interesa, la distancia entre el Sol y Júpiter varía entre 740 y 816 millones de kilómetros. En consecuencia, la brecha de espacio que separa a la Tierra de Júpiter en cada oposición también oscila notablemente: entre 591 y 676 millones de kilómetros. Por lo tanto, hay oposiciones mejores y peores. La oposición de 2005, por ejemplo, fue muy pobre (667 millones de km), mientras que la de 2009 fue muy buena (602 millones de km).
Pero la que se viene es prácticamente inmejorable: el martes 21, Júpiter estará a casi 592 millones de kilómetros de nuestro planeta. Mucho si tenemos en cuenta que eso equivale a 1500 veces la distancia a la Luna. Poco, muy poco, si pensamos que la Tierra y Júpiter no pueden acercarse más que eso. Bueno, en realidad, sí: siendo estrictamente precisos, casi odiosamente precisos, tenemos que decir que Júpiter estuvo un hocico más cerca (unos 200 mil kilómetros menos) el 8 de octubre de 1963. Y que igualará esa marca idílica el 26 de septiembre de 2022. Tomando ambas puntas, la cosa queda bien clara: esta aparición de Júpiter es la mejor de los últimos 47 años. Y lo será para los próximos 12. O sea, un lapso total de casi 60 años.
Obviamente, semejante cercanía tendrá consecuencias directas en el aspecto del planeta en el cielo (ya las tiene, en realidad). Durante todo un mes, centrado en el próximo martes 21, Júpiter tendrá una magnitud aparente (brillo) de -2.9. O sea, de 5 a 10 veces más brillante que las estrellas más luminosas del cielo nocturno (como Sirio, Canopus y Alfa del Centauro). Y poco menos que el “lucero”, Venus (actualmente instalado en el cielo del anochecer, hacia el Oeste). Júpiter será un verdadero faro celestial.
En cuanto a su tamaño aparente, en el mismo período casi alcanzará los 50 segundos de arco (49,8). O sea, un 3% del tamaño de la Luna en el cielo. Puede parecer poco, pero es muchísimo. Tanto que a través de telescopios chicos y medianos (de entre 100 y 200 mm. de diámetro), el achatado disco joviano será una fiesta de detalles planetarios, incluyendo sus típicas franjas nubosas amarronadas, y la famosa Gran Mancha Roja, esa tormenta ovalada del doble del tamaño de la Tierra. Y claro, sus cuatro lunas principales (Io, Europa, Ganímedes y Calisto) brillando como nunca, y perfectamente al alcance hasta del más modesto de los binoculares.
Cuando un planeta está en oposición, es visible durante toda la noche: sale cuando el Sol se oculta, y se oculta cuando el Sol sale. El próximo martes, el “día D”, Júpiter estará asomando exactamente por el horizonte del Este poco antes de las 19.00. Pero para verlo bien habrá que esperar un par de horas: hacia las 21.00, ya se ubicará a unos cómodos 25 a 30 grados sobre el horizonte. Y seguirá trepando en el cielo (a medida que la Tierra vaya rotando), hasta alcanzar su máxima altura, casi 60 grados sobre el horizonte, hacia la 1 de la mañana. Luego ira descendiendo de a poco, hasta desaparecer por el horizonte del Oeste con la salida del Sol. Más allá del caso puntual del martes 21, estos mismos datos se ajustan bastante bien para varios días antes y después de esa fecha. A propósito, y para agendar: en la noche del miércoles 22 al jueves 23, Júpiter estará a sólo unos grados de distancia de la Luna llena. El dúo será verdaderamente espectacular a simple vista.
El gran show de Júpiter no se terminará con la oposición del martes a la noche. Todo lo contrario: seguirá estando prácticamente a la misma distancia de la Tierra durante toda la próxima semana. Y se seguirá viendo muy bien hasta fin de año. Eso sí, la noche del martes tendrá un gustito especial. Será –estrictamente hablando– el mejor Júpiter en casi seis décadas. Un trago astronómico raro, exquisito, casi irrepetible. Definitivamente Premium.
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