Sábado, 13 de noviembre de 2010 | Hoy
COLORES
La ciencia del color
Ana von Rebeur
Siglo XXI
Si somos capaces de pasar media hora en una tienda dudando sobre qué tono elegir para una pared o qué zapatillas combinan mejor con nuestra ropa, es porque los colores nos importan... y mucho. Es que, para bien o para mal, nos afectan profundamente.
Los pigmentos siempre obsesionaron a la humanidad. Desde que el primer cavernícola garabateó un bisonte en una cueva, pasando por el impresionista Claude Monet, que vivía abrumado por hallar colores que no mutaran una vez secos, o el propio Vincent van Gogh, que aguardaba siempre con ansiedad que su hermano Theo le enviara algún pomo de pintura, todos anhelaron tener mejores colores. La búsqueda del color perfecto es una historia plagada de tragedia, pasión y obcecada indagación de la fórmula química exacta que permitiera un rojo puro, un blanco luminoso o un negro contundente.
Los primeros pigmentos se obtuvieron a partir de raíces, de distintas tierras, de piedras preciosas, de insectos y otros animales, de metales y hasta de cadáveres. El procedimiento solía ser muy costoso, y hubo quienes hasta llegaron a cometer asesinatos para conseguirlos, mientras que otros entregaron sus vidas para conservarlos. En este libro, los colores nos cuentan sus mayores secretos, para que sepamos de dónde vienen y para qué sirven. Muchos esconden historias trágicas, románticas y apasionantes. Sabremos por qué el azul ocasionó un genocidio en el Caribe, cómo incidió el verde en la muerte de Napoleón Bonaparte, y conoceremos la relación entre la palabra “violencia” y el color violeta. Descubriremos por qué los dólares son verdes, qué tienen en común las tarjetas de crédito y los uniformes de la policía, por qué los automóviles deportivos son mayormente rojos o negros, por qué las empresas petroleras y las panaderías eligen el amarillo, por qué es blanca la bandera de la paz y azul el jean, y por qué las mujeres se pintan los labios de rojo. Cada capítulo cuenta la historia de un color: sus lenguajes, sus expresiones, sus usos.
Como privilegiados testigos de la era del color estable, en vibrantes gamas para todos los gustos, ahora podemos tener el arcoiris en la palma de la mano. Bienvenidos a ese mundo multicolor.
Durante más de un siglo miramos fotografías en blanco y negro, sin problemas. Lo mismo hicimos con la televisión durante veinte años. Entonces, ¿quién necesita el color? ¿Un mundo en blanco y negro sería tan terrible? Después de todo, el negro es un color de moda bastante elegante. En un mundo sin colores, no tendríamos que redecorar la casa tan seguido y sería mucho más fácil combinar la ropa antes de salir. Claro que los parques de diversiones perderían todo su encanto y no tendría mucho sentido contratar a un jardinero. Además de que no podríamos distinguir una comida saludable de una en mal estado. Como mínimo, acabaríamos intoxicados. ¡Ajá! ¿Será por eso que precisamos los colores? ¿Para no intoxicarnos? Muchos antropólogos y científicos que estudian la evolución aseguran que así es.
En el fondo de nuestras retinas tenemos dos veces más células sensibles al movimiento y a las formas que al color. Así, la mayoría de los mamíferos ven sólo en matices de azul y amarillo, es decir que son dicrómatas. Pero los hombres, junto a algunos simios también frugívoros, somos tricrómatas: captamos más colores para distinguir la fruta madura entre los infinitos matices de la luz diurna.
De modo que nos importa mucho más encontrar frutos apetitosos que percibir para qué lado se escapa una vaca. Los colores hacen nuestra vida más variada y atractiva... y con menos dolores de estómago.
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