UN ESPECTACULO ASTRONOMICO CON LA LUNA DE PROTAGONISTA
El martes, antes del amanecer, la Luna se hundirá en la sombra de la Tierra. El eclipse comenzará puntualmente a las 3.33 del martes. Además nos regalará un espectáculo especial con la puesta de la “Luna roja” sobre el horizonte.
› Por Mariano Ribas
El próximo martes será un día decididamente astronómico. Por un lado, a las 20.39 hora argentina, el Sol llegará a su máxima declinación austral, dando comienzo al verano en nuestro hemisferio. Desde el punto de vista observacional eso se traducirá, entre otras cosas, en que nuestra estrella alcanzará la mayor altura posible en nuestros cielos hacia el mediodía: casi 80 grados sobre el horizonte para Buenos Aires y alrededores. Prácticamente sobre nuestras cabezas, y dando lugar a sombras cortísimas. Por el otro lado, y esto es lo que más nos importa aquí, habrá un eclipse total de Luna. Y será unas cuantas horas antes: en plena madrugada del martes, nuestro satélite se hundirá completamente en el enorme cono de sombra de la Tierra. Un drama de sombras, luces y colores que podremos disfrutar desde toda la Argentina (y buena parte del mundo). No de punta a punta, porque veremos el comienzo del eclipse, y buena parte de su etapa central, pero no el final, que transcurrirá ya con la Luna debajo de nuestro horizonte. Sin embargo, perdernos la segunda mitad del show tendrá, curiosamente, un rarísimo premio: observar la espectacular puesta de la “Luna roja”.
Ver un eclipse total de Luna no es cosa de todos los días, ni de todos los meses. Ni siquiera de todos los años. Y hay más de una razón para que así sea: por empezar, el Sol, la Tierra y la Luna deben formar una línea recta perfecta en el espacio. Sólo así nuestra compañera puede caer dentro de la trampa de oscuridad que proyecta nuestro planeta: su famoso “cono de sombra”, un cono que, a la distancia a la que está la Luna (casi 400 mil kilómetros) mide 9 mil kilómetros de diámetro). Estas alineaciones sólo ocurren dos o tres veces al año. Y muchas veces no son perfectas, y dan como resultado eclipses “parciales” (donde la sombra terrestre no llega cubrir toda la Luna) o, peor aún, “penumbrales” (completamente irrelevantes).
La rareza de los eclipses lunares tiene una explicación: la órbita lunar está inclinada 5 grados con respecto a la terrestre. Y por eso la mayoría de las veces la Luna pasa por encima o por debajo del cono de sombra. Si así no fuera, y las dos órbitas estuviesen en el mismo plano, tendríamos eclipses todos los meses, con cada Luna llena (porque la Luna tarda más o menos un mes en dar una vuelta alrededor de la Tierra). Y entonces estos fenómenos serían tan habituales, tan normales, que no nos llamarían la atención en lo más mínimo. Pero hay algo más: para ver un eclipse no sólo se tienen que dar las adecuadas condiciones de geometría astronómica sino que, además, hay que estar en el lugar correcto del planeta. Es decir, en la región de la Tierra que esté de cara a la Luna en el momento del fenómeno. Y bien, ambas cosas se nos darán en la madrugada del próximo martes.
La previa del eclipse comenzará en la noche del lunes: la Luna llena (blanca, redonda y radiante, como siempre) asomará por el horizonte del Nordeste poco antes de las 20. Pero nada especial ocurrirá hasta el martes. Sin embargo, en esas horas previas, la Luna estará marchando derechito y a toda velocidad (unos 3600 km/hora) hacia el cono de sombra terrestre, hasta caer inevitablemente en la gran trampa de oscuridad: el eclipse comenzará puntualmente a las 3.33 del martes, cuando la Luna esté ubicada a unos 20 grados de altura sobre el horizonte del Noroeste. Un oscuro “mordisco” en su borde superior derecho marcará el principio del gran espectáculo celeste.
Hacia las 4.10 del martes, la redondeada sombra terrestre ya cubrirá la mitad del disco lunar. Y media hora más tarde, llegará la “totalidad”: a las 4.41, la Luna estará completamente eclipsada. Y a tan sólo 10 grados sobre el horizonte del Noroeste. Pero no desaparecerá: al revés de lo que podría pensarse, durante un eclipse total, la Luna no se esfuma del cielo sino que se convierte en un colorido fantasma circular. Veamos por qué.
Este truco astronómico tiene una explicación: la atmósfera terrestre. Ocurre que el manto de gases que envuelve a la Tierra –fundamentalmente la troposfera, su capa más baja y gruesa– refracta algo de luz solar hacia el interior del cono de sombra. Y es justamente esa débil luz la que salva a la Luna de la oscuridad total. Pero hay algo más: la mayor parte de esa luz desviada corresponde a las longitudes de onda del rojo y el naranja. Por eso, durante la “totalidad”, la muy coqueta Luna se pinta de tonos rojizos y anaranjados. Sin embargo, esos colores no son siempre los mismos en todos los eclipses. Tampoco el débil brillo lunar es siempre igual. Hay variaciones. Y esas variaciones dependen de la cantidad de polvo atmosférico terrestre (generalmente de origen volcánico): cuanto más limpio esté el aire, más anaranjada y brillante será la Luna durante el eclipse. Y cuanto más cargado de polvo, más rojiza, y hasta amarronada. ¿Qué color tendrá esta vez? La respuesta está en camino.
Desde su comienzo, este inminente espectáculo astronómico ocurrirá a poca altura en el cielo argentino. Por eso, para verlo, habrá que ubicarse en lugares bien abiertos y libres de obstáculos visuales (edificios, paredes, carteles, árboles). Y esto es especialmente importante en el momento de la “totalidad”, que ocurrirá a unos pocos grados sobre el horizonte del Noroeste. Es más: desde la mayor parte del país (salvo en las provincias del Oeste, como Mendoza), la Luna se ocultará aun en plena etapa de eclipse total. Hacia las 5.40 del martes, en Buenos Aires y alrededores, la veremos apoyarse y desaparecer detrás del horizonte convertida en un pálido disco rojizo-anaranjado. Y, ya en pleno crepúsculo matinal, con un cielo azul claro.
El eclipse continuará –ya en plena etapa de retirada de la sombra terrestre– por un buen rato más, pero esa parte se nos escapará. De todos modos, no es poco lo que veremos. Todo el inicio. Y una hora completa de “totalidad”. Y como telón de fondo, un cielo que irá pasando de la oscuridad a la claridad crepuscular: del negro al azul, y luego al celeste. Y esa “Luna roja” tocando el horizonte. Una vista para atesorar en la memoria. Y por qué no, claro, para fotografiar.
El próximo eclipse total de Luna visible desde la Argentina será en el anochecer del 15 de junio de 2011. Agéndelo (aunque, obviamente, cuando se acerque la fecha, aquí estaremos para recordárselo). Y curiosamente será la versión inversa del que nos tocará este martes: en lugar de ocultarse eclipsada, ese día la Luna asomará por el horizonte ya hundida en las sombras. Y, por supuesto, teñida de ese “color eclipse” que sólo nos pueden regalar estos magníficos juegos de geometría astronómica.
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