UNA MIRADA INEDITA Y REVELADORA A LA “GALAXIA HERMANA” DE LA VIA LACTEA
› Por Mariano Ribas
“Nada es verdad ni es mentira, todo
depende del cristal con que se mire.”
William Shakespeare
El universo no revela todos sus secretos de una sola vez. Ni tampoco de una sola forma: hay diferentes “cristales” para observarlo y entenderlo. Son las distintas longitudes de onda (en buen criollo, las distintas formas de luz) que los astros emiten, o simplemente reflejan. Durante la pasada Navidad, dos observatorios espaciales europeos apuntaron sus penetrantes miradas hacia Andrómeda, aquel formidable carrusel galáctico del que nos separan casi 3 millones de años luz. Y lejos de entregarnos una imagen convencional –en “luz visible”– de la galaxia “hermana” (y casi “gemela”) de la Vía Láctea, estos sofisticados aparatejos nos devolvieron dos raras postales: una versión de Andrómeda en luz infrarroja, y otra en rayos X. Hace unos días, la Agencia Espacial Europea (ESA) presentó estas imágenes en forma individual, pero también integrándolas, dando lugar a un exquisito e inédito mosaico “multi-longitud de onda”. Convengamos que esta “nueva” Andrómeda no luce tan bien como su versión tradicional (óptica). Sin embargo, aquí pueden verse mucho mejor ciertos detalles prácticamente invisibles en el rango óptico. Y que tienen que ver, ni más ni menos, con el nacimiento y la muerte de las estrellas.
Desde su debut, el Observatorio Espacial Herschel (ver cuadro) se ha despachado con sorprendentes imágenes del “universo frío”: objetos y fenómenos que, por su baja temperatura, o simple opacidad a la luz visible, pueden verse mucho mejor en las más largas (y menos energéticas) longitudes de onda del infrarrojo. En el caso concreto de Andrómeda, los astrónomos ya la habían observado en luz infrarroja. Y sabían que tenía un súper anillo de gas y polvo que rodeaba su núcleo. Una impresionante estructura de 75 mil años luz de diámetro. Pero el Herschel fue mucho más allá logrando, tal como anunció la ESA, “la mejor imagen infrarroja de Andrómeda jamás tomada”. Y la gran sorpresa fue que, en realidad, Andrómeda no tiene uno sino cinco anillos. Más de un experto sospecha que son los restos de una antigua colisión entre Andrómeda y una galaxia menor, ya totalmente desarmada y “asimilada”. ¿Qué hay más allá de esta curiosidad? Mucho: estas estructuras son verdaderas nurseries estelares: dentro de estas frías y oscuras “nubes moleculares” (formadas principalmente por hidrógeno molecular) se dan las condiciones necesarias para la contracción gravitatoria de grandes nódulos de gas y polvo, cuerpos que al alcanzar ciertas presiones y temperaturas, se convertirán en estrellas. A la vista (infrarroja) está: Andrómeda tiene un enorme reservorio de materia prima. La promesa de millones de nuevos soles que se encenderán en el futuro.
A diferencia de la imagen infrarroja del Herschel, la vista en rayos X del Observatorio Espacial XXM-Newton (ver cuadro) nos muestra el ocaso de los soles. Allí se ven cientos de fuentes de rayos X, concentradas en torno del corazón de Andrómeda (donde hay mayor cantidad de estrellas). Según los astrónomos de la ESA, estas emisiones de rayos X provendrían de restos de supernovas (explosiones de estrellas supermasivas) en alocada expansión, chocando con el medio interestelar. O bien, de distintas formas de “canibalismo astronómico”, donde un pesado cadáver estelar (enanas blancas, estrellas de neutrones, y hasta agujeros negros), le arranca material a una estrella compañera, formando a su alrededor un “disco de acreción”. En ambos casos, son fenómenos híper calientes (del orden de los cientos de miles o millones de grados), y por lo tanto, muy “brillantes” en rayos X.
Detalle nada menor: estas vistas infrarrojas y en rayos X son imposibles de obtener desde la superficie de la Tierra. Y la razón es simple e inmodificable: esas longitudes de onda son absorbidas por la atmósfera. No llegan a la superficie. Hicieron falta dos formidables telescopios espaciales para mostrarnos mejor los procesos de génesis y ocaso de las estrellas dentro de una galaxia muy parecida a la nuestra. Ciencia, inteligencia y esfuerzo humano. Sólo así pudimos ver a Andrómeda con otros ojos.
El Observatorio Espacial Herschel fue lanzado al espacio en 2009, mide 7 metros de largo, y tiene un espejo primario de 3,5 metros. Es el mayor telescopio espacial lanzado hasta ahora, y está ubicado a 1,5 millón de km de la Tierra, en dirección opuesta al Sol. A diferencia del Hubble (que opera fundamentalmente en luz visible), el Herschel observa en el rango del infrarrojo lejano y submilimétrico. Y no es casual: es justamente en esas longitudes de onda donde mejor pueden verse los detalles y los interiores de las “nubes moleculares”, las masas de gas y polvo donde nacen las estrellas. Esta joyita de la ESA, lleva el nombre de William Herschel, descubridor de Urano (1781) y la radiación infrarroja (1800). El XMM-Newton, por su parte, fue lanzado en 1999, gira en órbita terrestre y trabaja en el rango de los rayos X, asociados a los fenómenos más calientes y violentos del universo (como estallidos y remanentes de supernovas, o los discos de materiales que se arremolinan en torno de agujeros negros). Con 10 metros de largo, casi 4 toneladas y 3 telescopios de rayos X es el mayor satélite científico europeo.
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