Sáb 05.10.2002
futuro

EXTINCIONES MASIVAS: LA CATASTROFE DE 65 MILLONES DE AÑOS

Dos impactos contra los dinosaurios

Por Mariano Ribas

Hace 65 millones de años, algo cayó del cielo y provocó una de las catástrofes más terribles que haya vivido nuestro planeta. El impacto trajo destrucción masiva, incendios, terremotos. Y la explosión fue tan fenomenal que lanzó hacia la atmósfera miles de millones de toneladas de polvo y roca fundida (o directamente vaporizada). Entonces toda la Tierra quedó envuelta en ese espeso manto de polvo, una coraza que no dejaba pasar la luz del Sol. El mundo entero quedó sumergido en la oscuridad y en un invierno centenario. Murieron la mayoría de las plantas. Y con ellas, las dos terceras partes de las especies animales, incluyendo a los dinosaurios, que habían dominado al planeta por 150 millones de años. Línea más, línea menos, éste es el escenario planteado por la teoría del impacto, que trata de explicar aquella época de extinciones masivas. Entre otras evidencias, esta teoría se apoya en un notable hallazgo realizado en 1991 por un grupo de geólogos: un cráter submarino de casi 200 kilómetros de diámetro (la “huella” del impacto), frente a las costas de la Península de Yucatán, México. La datación del cráter –bautizado Chicxulub– indica una sugerente antigüedad de 65 millones de años, la misma época en la que el registro geológico delata la desaparición de los dinosaurios. Hasta hace poco, los científicos estimaban que el culpable del desastre había sido un asteroide de unos 15 kilómetros. Pero ahora, nuevas evidencias indican que hubo otro impacto. O quizás varios.

El crater Boltysh
Durante la larga historia de la Tierra, la erosión ha ido borrando la marca de antiguos impactos de meteoros, asteroides y cometas. Sin embargo, en ciertos lugares todavía es posible encontrar antiguos cráteres. Uno de ellos es el cráter Boltysh, en Ucrania. Este enorme pozo de 24 kilómetros de diámetro está prácticamente enterrado, y en 1993 fue examinado por un equipo de geólogos. En su momento, ellos estimaron que Boltysh tenía una antigüedad de 73 millones de años, y que había sido provocado por la caída de un objeto de entre 1 y 2 kilómetros de diámetro. Fue un impacto tremendo, pero no puede compararse con Chicxulub. Además, ambos eventos parecían estar separados por unos 8 millones de años. Sin embargo, recientemente, dos geólogos volvieron al cráter Boltysh, y mediante nuevas técnicas de datación isotópica determinaron que, en realidad, aquel impacto se produjo hace 65,2 millones de años. Tentados por la cifra de esta nueva y confiable datación, el británico Simon Kelley (Open University, Inglaterra) y el ucraniano Eugene Gurov (Academia Nacional de Ucrania) sospechan que ambas catástrofes ocurrieron prácticamente al mismo tiempo. En definitiva: es posible que los dinosaurios hayan recibido un demoledor “uno-dos”.
Cometa fragmentado
Según estos investigadores, desde el punto de vista probabilístico, es muy difícil que los cráteres Chicxulub y Boltysh sean el resultado de la caída de dos objetos desconectados entre sí. Más bien, se inclinan a pensar lo contrario: “Es muy probable que los dos cráteres, y lo que los haya producido, estén relacionados”, dice Kelley. Quizás. Entrando en un terreno más resbaladizo, este dúo de geólogos juega con otra posibilidad: ellos dicen que teniendo en cuenta que 2/3 de la superficie del planeta están cubiertos por agua, otros tres objetos deberían, al menosestadísticamente, haber impactado sobre los océanos. ¿Varios objetos cayendo a la vez, o casi? Podría ser, ¿pero qué eran? Probablemente, asteroides. Pero la hipótesis de múltiples impactos dispara otra posibilidad: un cometa fragmentado en varias piezas que cayeron una tras otra. No es una hipótesis disparatada, porque los cometas suelen romperse. No hay que olvidarse de que, en julio de 1994, los 21 fragmentos del malogrado cometa Shoemaker-Levy 9 se estrellaron uno tras otro contra Júpiter, y que en la Luna, e incluso en otras lunas del Sistema Solar (como Ganímedes y Calisto), existen sugerentes cadenas de cráteres. Suena interesante, pero es evidente que todavía no se pueden hacer afirmaciones certeras. Mientras tanto, Kelley y Gurov seguirán su pálpito: ahora, su estrategia será reexaminar otros cráteres que han sido datados con edades medianamente cercanas a los 65 millones de años. Tal vez, y al igual que ocurrió con la errónea datación inicial del cráter de Ucrania, algunos de ellos no sean otra cosa que nuevas huellas de la gran catástrofe que liquidó a los dinosaurios.

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