Sábado, 4 de junio de 2011 | Hoy
LOS ORIGENES DE LOS MODELOS DE ALIMENTACION
A quien se le pregunte, dirá que es más productivo cultivar que dedicarse a cazar y recolectar para conseguir alimentos. Incluso en siglos pasados, las naciones colonizadoras basaban su supuesta superioridad en el hecho de que ellos trabajaban la tierra, mientras que los nativos que encontraban se dedicaban a recolectar lo que la naturaleza les proveía, el resto del tiempo lo pasaban panza para arriba. Por ende, si cultivar es más productivo, entonces ésa debe ser la razón por la cual nuestros antepasados comenzaron a hacerlo. Pero, ¿qué hay de cierto en esto?
Por Martín Cagliani
La vida como la conocemos hoy, nuestra sociedad, es el resultado de un cambio revolucionario ocurrido hace unos 10 mil años: el dejar de depender de lo que la naturaleza proveía para comenzar a producir nuestros propios alimentos.
Es lo que se conoce como Revolución Neolítica o Revolución Agrícola, un nombre acuñado en los años ’50 por el prehistoriador V. Gordon Childe. Pero que el nombre “revolución” no nos confunda: fue revolucionario por los cambios que generó, aunque fue un proceso gradual, a lo largo de cientos y miles de años, que llevó a que las poblaciones crecieran, así fuese esparciendo esa nueva técnica de conseguir alimentos. Las sociedades se hicieron más complejas, con ejércitos regulares, grandes ciudades, inmensos imperios.
Pero Samuel Bowles no cree que una mayor productividad sea el motivo de semejante cambio. Bowles es un economista que ha derivado en investigador del comportamiento humano. En la Universidad de Santa Fe, Estados Unidos, ha llevado a cabo diversas investigaciones, relacionando la evolución cultural y el comportamiento humano con la economía. Estos estudios lo llevaron a concluir que el gasto energético que le lleva a un agricultor conseguir su alimento es mucho mayor que el que invierte un cazador–recolector. En resumen: es más productivo simplemente esperar lo que doña Natura quiera darnos, según Bowles.
La explicación más aceptada sobre el origen de la agricultura es que, hace más de 10 mil años, nuestros antepasados cazadores recolectores comenzaron a cultivar para aumentar sus alimentos cotidianos y tener una fuente alimentaria más confiable. Según esta visión, la domesticación de los cereales y la posterior domesticación de los animales es emblemática del modelo económico del progreso técnico.
Como el arco y la flecha, la máquina de vapor o las computadoras, en ese modelo, cultivar plantas, en vez de recolectar vegetales silvestres, ha llevado a la productividad del trabajo humano, fomentando la adopción de nuevas tecnologías y permitiendo la expansión poblacional.
Eso va de la mano de la visión que tenemos hoy de un trabajador, que sigue siendo la de un agricultor, por más que la mayoría de ustedes, lectores, esté trabajando frente a un monitor. Al cazador recolector, o sea los indígenas que no cultivan, se lo ve como un vago que no quiere trabajar.
Según Bowles, es esta visión del progreso la que nos impide comprender que cultivar no era más productivo que cazar y recolectar. “La población creció luego de la domesticación, pero hay evidencias de que muchos de esos primeros granjeros eran más pequeños y menos saludables que los cazadores recolectores de la misma época”, dice Bowles en un estudio publicado en Proceedings of National Academy of Science.
El género humano lleva al menos 2 millones de años sobre este planeta. Ya desde sus inicios heredó de sus antepasados Australopitecos la costumbre de recolectar y de cazar, aunque en aquellos primeros tiempos es más probable que carroñasen lo de otros animales cazadores.
Esa habilidad cazadora fue mejorando de la mano de la tecnología: herramientas de piedra, madera o hueso. Nuestra propia especie, los Homo sapiens, apareció hace unos 200 mil años en Africa, y ya se valían de herramientas como lanzas y el arco y la flecha cuando salieron de Africa para colonizar al resto del mundo, hace unos 60 mil años.
Recién unos 10 mil años atrás, en diversas partes del mundo, el hombre comenzó lo que se llama la Revolución Neolítica. Pero, como dijimos, no fue que un día un sujeto llamado Urk inventó la agricultura, y todos la adoptaron. El paso de la caza-recolección a la agricultura fue gradual. En algunos sitios prendió antes, en otros después, y en algunos otros no prendió nunca, ya que para los habitantes de esas regiones era más beneficioso dedicarse a la caza y a la recolección.
Este traspaso duró unos 5 mil años, con un aumento gradual del sedentarismo, que a su vez potenció un crecimiento poblacional. El tener que permanecer cerca de la fuente de alimentos, y también la necesidad de proteger esa fuente, fue creando las ciudades y las sociedades complejas. Esos alimentos ricos en calorías también son los que generaron un aumento en la población, que a su vez fue llevando a una expansión territorial de estas culturas agricultoras.
Uno de los lugares de los que más información se tiene sobre el traspaso es la Mesopotamia, el actual Medio Oriente. Allí, hace unos 12 mil años, el clima posibilitó la proliferación de cereales silvestres. Hay evidencias arqueológicas de que los primeros agricultores comenzaron a cultivarlos, pero sin dejar de cazar para conseguir carne. Lo mismo parece haber sucedido en otros centros de expansión de la agricultura, como lo son China o América Central.
Samuel Bowles realizó diversos estudios, comparando datos históricos, antropológicos y arqueológicos junto con análisis económicos, y llegó a la conclusión de que la agricultura, en sus inicios, no era más productiva que la caza y la recolección. Así que se podría descartar la explicación de que el cambio se dio por una búsqueda de progreso y aumento de la producción alimentaria.
Según Bowles, la explicación debería ser más social que tecnológica. Las evidencias arqueológicas muestran que las primeras sociedades agricultoras tenían bajos niveles de producción de comida, y que, como vimos antes, no realizaron una transición completa.
Por eso Bowles cree que se debería intentar explicar este proceso estudiando los cambios en cómo la gente interactuaba entre sí, más que como una serie de innovaciones tecnológicas. Hay diversas teorías que explican el origen de la agricultura, algunas recurren a cambios climáticos que la habrían fomentado, otras por factores sociales. Como siempre en estos casos, lo más probable es que haya sido un combo de todas.
Si bien en los inicios de la agricultura la gente era menos saludable, incluso con baja estatura, como muestran los huesos, la menor movilidad de los granjeros frente a los cazadores recolectores reduciría los costos biológicos de criar niños. Esto habría contribuido al dramático incremento de la población que se ve durante todo el período de domesticación de las plantas.
El hecho de que lo mejor de la agricultura haya sido que uno poseía grandes cantidades de alimento para dosificar a lo largo del año, también habría llevado a que esos grupos de gente quisiesen protegerlo. Las sociedades se fueron formando con estratificaciones sociales y económicas cada vez más complejas. De este modo, los agricultores se expandieron territorialmente en detrimento de los cazadores recolectores.
Los pueblos agricultores eran y son como misioneros: allí donde veían y ven una cultura que no domestica a las plantas y a los animales, los instan a hacerlo. Pero todavía hoy existen cazadores recolectores en algunas regiones aisladas del planeta, aunque el virus de la agricultura llega, tarde o temprano. Y una vez instalado no se va.
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