Sábado, 3 de septiembre de 2011 | Hoy
ANTROPOLOGIA EVOLUTIVA: ¿POR QUE TENEMOS TANTA VARIEDAD DE NARICES?
Una de las primeras partes de nuestra anatomía que nos enseñan a identificar, cuando somos bebés, es la nariz. El juego típico consiste en pedirle al bebé que identifique la nariz, ya sea en el rostro del que se lo pide, o en el suyo. Y no sin razón, ya que es una de las facciones que más destacan dentro del rostro. Las hay largas, respingadas, achatadas, anchas, puntiagudas, etcétera. Los científicos han especulado largo y tendido sobre por qué vienen con tanta variedad, y la razón parece estar más adentro del cráneo que en la parte visible de la nariz.
Por Martin Cagliani
Marlijn Noback, de la Universidad Eberhard Karls de Tübingen, Alemania, ha analizado 100 cráneos de 10 grupos humanos que vivían en cinco climas diferentes, y ha publicado los resultados de su estudio en el American Journal of Physical Anthropology. Lo que descubrió es que para conocer por qué las narices humanas varían tanto debíamos mirar en la cavidad nasal, ya que pudo notar que los cráneos de individuos provenientes de climas fríos y secos tenían cavidades nasales más altas y estrechas que aquellas de individuos originarios de zonas con clima cálido y húmedo.
Al parecer, la importancia radica en el tejido de la mucosa dentro de la nariz, que es cálido y húmedo. Pudimos conversar por correo electrónico con Marlijn Noback, y nos explicó que “el aire inhalado necesita entrar en contacto con ese tejido lo máximo posible. El factor más importante es la turbulencia del aire inhalado, que incrementa el contacto entre ese aire y el tejido de la mucosa, facilitando el intercambio de calor y humedad. La turbulencia es creada cuando el diámetro de la cavidad es amplio y cuando el aire pasa bruscamente de un espacio pequeño a otro grande”. Al ser altas, y tener un tamaño amplio desde la entrada de la nariz hasta la cavidad nasal, las narices de quienes viven en climas fríos y secos permiten una mayor turbulencia.
Para comprender la evolución reciente de la nariz en los humanos, rastreemos en el pasado evolutivo de los animales en general. Podemos decir que la nariz comenzó a ser lo que es hoy en los animales, cuando los primeros vertebrados comenzaron a salir del agua, hace unos 400 millones de años. Ya dentro del agua, la nariz servía para identificar olores, pero en tierra el sentido del olfato se amplió notablemente, ya que el agua diluye las sustancias con lentitud mientras que, en el aire, el viento se encarga de dispersar los olores con rapidez, y también a mayores distancias.
En los primeros vertebrados terrestres, las células olfativas se desarrollaron en el techo superior de la cavidad nasal. En los reptiles, esta última evolucionó hasta quedar totalmente separada de la vía de los alimentos. En los mamíferos se volvió un laberinto digno de un cuadro surrealista. Un cobayo, por ejemplo, tiene una capacidad olfativa mil veces mayor que la nuestra. La de un perro es un millón de veces superior. Los primates son animales más visuales que olfativos, así que la nariz fue adaptándose a otras aplicaciones.
Nuestros antepasados homínidos comenzaron a caminar en dos patas al menos unos 4,4 millones de años atrás. Pero recién con la aparición de nuestro género humano, y en especial con el Homo erectus, ese caminar se convirtió en una adaptación perfecta para poder correr kilómetros y kilómetros sin cansarse. Por eso la nariz se despegó del rostro, sobresaliendo cada vez más. Tanto para permitir una mayor entrada de aire como para poder preparar ese aire a fin de que esté perfecto para los pulmones, volviéndolo cálido y húmedo.
Fue el Homo erectus, también, nuestro primer antepasado que comenzó a colonizar nuevos territorios, llegando a expandirse por gran parte del mundo, lo cual significó una necesaria adaptación a diversos climas y ambientes. Nuestra especie Homo sapiens se perfeccionó de tal modo en este aspecto, que pudimos colonizar todo el mundo y sobrevivir a diversos cambios climáticos extremos a través de 200 mil años de historia evolutiva.
Pero, a la vez, el Homo sapiens se volvió el animal social por excelencia, y la nariz pasó a cumplir un papel importante en ese aspecto. Es nuestra tarjeta de presentación, es el punto más destacable de nuestro rostro, y tiene mucho que ver en la valoración de la belleza de los demás.
Nuestro pariente el hombre de neandertal tenía una nariz bastante distinta a la nuestra. Su aparición como especie, Homo neanderthalensis, fue hace unos 200 mil años, durante un período cálido, y se extinguieron hace unos 35 mil años, en plena Era de Hielo. La nariz neandertal ha sido un tema de debate desde el descubrimiento del primer fósil de esta especie hasta la actualidad.
En un principio se creía que era producto de una adaptación al frío, pero actualmente se cree lo contrario. Se piensa que su nariz fue una adaptación a climas cálidos, y que luego sufrió cambios evolutivos relacionados con otros aspectos del rostro, lo que a la larga imposibilitó su adaptación a diferentes climas.
En nuestra especie, las narices difieren mucho entre poblaciones, fruto de una facilidad para la adaptación a diferentes climas. En los que son fríos y secos, la selección natural ha actuado sobre la nariz humana para favorecer aquellas estrechas y altas, y así tener mayor turbulencia de aire, y poder humedecerlo y calentarlo dentro de la cavidad nasal. Esto último requiere un gasto de energía extra, por lo que en las regiones con clima cálido y húmedo, la nariz se ha adaptado a ser más achatada y baja, para que el aire pase directo.
Podríamos aprender mucho de la evolución natural, ya que los seres vivos evolucionan para ser cada vez más eficientes en su adaptación a un medio ambiente dado. No-sotros somos una especie más entre todos los seres vivos, no somos más eficientes que otras. Las que no se pueden adaptar al medio, se extinguen. Como pasó con los neandertales y tantas otras especies.
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