Sábado, 25 de febrero de 2012 | Hoy
EL CIERRE DE SITIOS DE DESCARGA Y LA REDISTRIBUCION DEL PODER
El cierre de Megaupload está haciendo a más de un usuario con abstinencia volver a los “viejos” sistemas de P2P que, si bien también sufren ataques, resisten mejor los embates por estar más descentralizados. Pero detrás del intercambio de archivos hay un regreso a formas comunales de organización que exceden largamente a la informática.
Por Esteban Magnani
El golpe de muerte a Megaupload, el más exitoso servidor de contenidos compartidos, cerró una era más de la breve historia de Internet. Pero, como se ha repetido con insistencia, sólo un niño cree que poniendo un dedo en el colador saldrá menos agua: simplemente aumentará la presión por el resto de los orificios. Eso es lo que está pasando y se demuestra en que desde el cierre de Megaupload no aumentaron la afluencia de público en los cines o las ventas de CD y DVD, sino la cantidad de descargas a través de servicios P2P (que en inglés se lee como “peer-to-peer” o “de par a par”) mediante los cuales los usuarios comparten archivos que tienen en sus propias computadoras. Según el Internet Observatory, el flujo del P2P por la red pasó de casi cero a ocupar el 15 por ciento del total en un par de días.
Hasta hace un par de años, toda una vida en lo que hace a Internet, la mayoría de los contenidos circulaban entre pares, una forma de intercambio que se popularizó gracias a Napster a fines del milenio pasado. Este programa se ocupaba de mantener un listado actualizado de qué compartían sus usuarios. Cuando uno de ellos quería descargar un contenido, Napster buscaba en sus registros y permitía que los usuarios se conectaran directamente entre ellos (una conexión par-a-par) para compartir la información. Hacia 2001 los jueces ordenaron a Napster controlar a sus usuarios para que no violaran derechos de propiedad intelectual y, como fue imposible, ordenó cerrar el servicio. La consecuencia fue que se multiplicaron otros similares pero aún más descentralizados como E-Mule, Kazaa y luego los torrents, estos últimos ya ni siquiera dependientes de un sitio en particular, sino de cientos de bases de datos fácilmente replicables.
Frente a la imposibilidad de tapar un colador cada vez más grande, se produjo una suerte de tregua tácita, bajo la cual crecieron sitios como Megaupload, que aceptaron almacenar en sus propios servidores contenidos sin discriminar si estaban protegidos o no. Y muchos otros sitios, del estilo de Cuevana o Taringa!, fueron aprovechados por los usuarios para apuntar hacia los contenidos que estaban dentro de esos servidores. Es por eso que ante el cierre de servicios similares se ha generado un regreso a las redes de pares o P2P.
Lo cierto es que en los últimos años algunos de los múltiples sitios que ofrecían las bases de datos para buscar archivos en computadoras ajenas por medio de protocolos como el torrent o el magnet también sufrieron sanciones que los obligaron a cerrarlos. El resultado fue, una vez más, la apertura de muchos otros sitios que daban este tipo de servicio. Y algunos de los que aún son muy populares, como el sitio sueco thepiratebay.org, comenzaron a buscar la forma de descentralizar aún más las redes para darle más poder al usuario y tener menos poder ellos: incluso si caían, el sistema de intercambio seguiría gozando de buena salud.
Pero si la persecución a los sitios falla, ya hay nuevas propuestas de ley para que los proveedores de Internet sean los que corten el servicio a usuarios que descarguen material protegido. La respuesta es que están surgiendo redes (ver Futuro del 11/6/11) que son de usuarios directos, sin pasar por proveedores. En la medida en que sean necesarias, estas redes seguramente seguirán creciendo como indica la experiencia de Internet.
De alguna manera, pese a todo lo que se diga, “robar” información no es como robar un auto o un CD: cuando alguien se la lleva, no le falta a nadie, sino que alguien más la tiene. La excusa para mantener artificialmente escaso un bien es la necesidad de financiar la creatividad de los autores, algo que en la práctica no es tan cierto porque existen estudios que dicen que se vende lo mismo un disco esté o no disponible en las redes. Además en la práctica es el intermediario quien se queda con el grueso de la ganancia. En cualquier caso el modelo de negocio parece anticuado para las nuevas tecnologías. Otras empresas, como Google o Facebook, han sabido comprenderlo y canalizan los contenidos que produce la comunidad, aunque se apropian de la ganancia que esto genera. Pero se puede llevar más lejos la lógica de distribución para que la ganancia también se distribuya en red.
“El P2P es un modelo que nació como protocolo de intercambio de archivos, pero que tiene una forma de organizar el poder que se manifiesta en otros ámbitos de la vida y en otras formas de establecer relaciones de producción. La compartición de archivos P2P es la cara más visible de numerosas formas de organización comunitaria que tienen la misma lógica”, explica Franco Iacomella, miembro de la P2P Foundation, organización que estudia las relaciones de pares. Según él explica, existen muchos ejemplos de redes similares que exceden ampliamente a la informática y que van desde antiguas organizaciones campesinas o fábricas recuperadas hasta la economía social o novedosos sistemas de crowd funding, como se llama al sistema por el que los usuarios adelantan el dinero para un proyecto que quieren apoyar y así evitar un socio “capitalista” que concentre el poder. “Lo que creemos es que hay otra forma de organización de la sociedad que va más allá de las dos alternativas visibles que son Estado y mercado”. La construcción entre pares permite que el poder no se concentre en unas pocas manos, sino que se distribuya y también lo haga el beneficio.
“La P2P Foundation es un observatorio que busca visibilizar y relacionar las experiencias de este tipo que hay en todo el mundo, para aportar en la construcción de un nuevo relato histórico que tenga como ejes a las redes distribuidas, la producción de pares y las formas de gobierno comunitarias”, explica Iacomella. Si se ve la forma en la que se organizó la gente en Argentina en 2001 o recientemente en países árabes, europeos o los EE.UU. parecería que la lógica comunitaria realmente se está planteando como alternativa potencialmente superadora de organización social. Así las cosas, las redes informáticas son sólo un ejemplo de algo mucho más amplio que está socavando el poder de quienes intentan tapar coladores con los dedos.
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