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Sábado, 10 de marzo de 2012

INVENTOS, PATENTES Y CONFUSIONES HISTORICAS

“El Padrino”, Antonio Meucci y el teléfono

En El Padrino III, Joey Saza le entrega a Michael Corleone una condecoración de parte de la fundación Antonio Meucci. Cuando Michael pregunta quién era ese Meucci, Saza le explica que era un ítalo-americano, “inventor del teléfono un año antes que Graham Bell”.

 Por Claudio H. Sánchez

La historia que conduce a este Antonio Meucci comienza con el telégrafo, el primer aparato que permitió enviar mensajes a grandes distancias en forma casi instantánea. Aunque en su momento representó un avance notable en materia de comunicaciones, pronto surgió su principal limitación: sólo permitía transmitir un mensaje por vez. Para transmitir un segundo mensaje había que esperar a que se terminara el primero o tender una segunda línea.

El gran desafío de la década de 1860 fue desarrollar algún sistema que permitiera enviar dos o más mensajes al mismo tiempo, por el mismo cable. Muchos inventores se dedicaron a estudiar el problema y a tratar de resolverlo. Entre ellos, Alexander Graham Bell, Thomas Edison y Elisha Gray.

Como Edison, Elisha Gray era un inventor profesional con unas cuantas patentes en materia de telegrafía. En 1874 descubrió por azar la posibilidad de transmitir señales simultáneas por el mismo cable, cada una vibrando en distinta frecuencia. Con esto se podía transmitir un mensaje en cada frecuencia si Gray hubiera encontrado una forma de separar las señales en la estación receptora, cosa que no hizo. En cambio, la técnica podía servir para transmitir música y sonidos en general, ya que para eso no era necesario separar las señales: todas sonarían simultáneamente en el receptor, cada una con su correspondiente frecuencia, reproduciendo el sonido original.

Gray se puso a trabajar en esta línea y pronto perfeccionó un aparato para transmitir la voz. Recorrió varias ciudades haciendo demostraciones de su teléfono ante expertos en telegrafía. Los resultados fueron dispares. Un ejecutivo de la Western Union opinó que la transmisión de la voz sería el futuro de las comunicaciones. En cambio, un diario relacionado con la industria telegráfica lo consideró una mera curiosidad sin futuro.

Decepcionado por los pronósticos en contra, Gray volvió a trabajar sobre la forma de transmitir varias señales telegráficas por la misma línea y no se molestó en patentar su sistema de transmisión de voz hasta febrero de 1876. Demasiado tarde: el mismo día, pocas horas antes, Alexander Graham Bell había solicitado una patente similar. Tal vez por aquello de la zorra y las uvas verdes, Gray siguió sin darle importancia al teléfono, mientras Bell se convertía en un hombre rico.

El tercero en discordia

Desde 1876, y durante ciento veinticinco años, la tradición consagró a Alexander Graham Bell como inventor del teléfono, olvidando a Elisha Gray. Sin embargo, esta historia tiene un tercer protagonista: el Antonio Meucci mencionado en El Padrino.

Meucci había nacido en Florencia el 13 de abril de 1808. En Italia hizo cursos de ingeniería y de diseño hasta establecerse como diseñador y técnico teatral. Mientras trabajaba en el Teatro della Pergola, en Florencia, construyó un teléfono acústico que consistía, simplemente, en un tubo para conducir el sonido entre el escenario y la sala de control del teatro. Es el mismo aparato que vemos en las películas de barcos cuando se comunica el puente de mando con la sala de máquinas.

En octubre de 1835 debió emigrar a Cuba por razones políticas. Ahí trabajó en el Gran Teatro de La Habana, construyó un sistema de purificación de aguas e investigó el efecto de las descargas eléctricas en el cuerpo humano. Trabajando en este tema descubrió, por casualidad, la posibilidad de transmitir la voz por un cable telegráfico a través de lo que llamó “telégrafo parlante”.

En 1845 emigró a los Estados Unidos. Allí realizó distintos trabajos y fundó una fábrica de velas de parafina en la que trabajó Giuseppe Garibaldi.

En 1854, Meucci perfeccionó su telégrafo parlante hasta construir lo que llamó telettrofono. Su esposa estaba enferma y el aparato le permitía comunicarse desde su dormitorio con las demás habitaciones de la casa. En 1860 hizo una demostración pública del aparato en Nueva York, pero la noticia sólo apareció en medios de la colectividad italiana.

Meucci era consciente de las bondades del telettrofono, pero no tenía el dinero necesario para patentarlo ni, mucho menos, para explotarlo masivamente. Tramitó una patente provisional, que establecía su prioridad y que debía renovar periódicamente. Mientras tanto, trataba de vender el invento a alguna empresa que pudiera hacer frente a los gastos de patentamiento. Solicitó una entrevista con funcionarios de la Western Union y, aunque la empresa nunca demostró interés, tampoco devolvió los modelos y la documentación que Meucci les había entregado.

Cuando Meucci supo de la patente solicitada por Graham Bell, reclamó a través de un abogado ante la oficina de patentes. Por alguna razón, el reclamo no prosperó. Se cree que hubo presión de parte de la Western Union, que había firmado un acuerdo con Graham Bell para cobrar un 20 por ciento de las ganancias por la explotación del teléfono.

En 1886 se celebró un juicio en el que Meucci demostró su prioridad sobre el teléfono. Sin embargo, el proceso sufrió complicaciones y demoras hasta cerrarse en 1896 con la muerte de Meucci. Finalmente, el 11 de junio de 2002, el Congreso de los Estados Unidos reconoció la contribución de Meucci a la invención del teléfono, previa a los trabajos de Graham Bell. Así es que hoy, a la pregunta sobre quién inventó el teléfono, debemos contestar: Antonio Meucci.

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