Sábado, 18 de agosto de 2012 | Hoy
PALEOANTROPOLOGIA: UN ASESINATO QUE SE REMONTA A 5200 AñOS ATRAS
El descubrimiento en 1991 de un hombre congelado en los Alpes italianos durante más de cinco mil años permitió conocer sus costumbres alimentarias, enfermedades recientes y hábitos cotidianos. Años más tarde, este verdadero Cold Case se resuelve revelando además cómo fue muerto.
Por Martin Cagliani
Figúrense un cuerpo caído boca abajo, con el brazo torcido bajo el pecho. Su piel quemada por el frío, y enterrado en el hielo hasta la cintura. Fue descubierto por unos escaladores a 3200 metros de altura, en los Alpes italianos. Los primeros análisis mostraron que se trataría de un hombre de unos 45 años al momento de su muerte. Tenía una fea herida en la espalda. Ya tenemos un crimen digno de Sherlock Holmes. Si le agregamos que la herida fue de flecha, el misterio se agranda, pero cuando le sumemos que el cadáver tiene una antigüedad de 5200 años, pasamos a un enigma en el que Sherlock deberá valerse de los métodos más avanzados de la ciencia y de la criminalística modernas.
Ese cuerpo pertenece al famoso Hombre de Hielo, conocido como Ötzi, por haber sido descubierto en 1991 en el valle de Ötz, en los Alpes italianos. Estuvo congelado durante más de 5200 años, hasta que fue visto descongelándose por dos alpinistas alemanes en la frontera entre Suiza e Italia. Ötzi generó mucho revuelo desde su descubrimiento, ya que no sólo se trata de la momia más antigua de Europa, sino que el perfecto estado de conservación en que fue encontrado les ha permitido a los científicos poder identificar desde su última comida hasta el momento justo de su muerte.
Pero cuando el cuerpo llegó a la Universidad de Innsbruck en 1991, los científicos debían dilucidar cómo es que había muerto y por qué lo hizo solo, abandonado, y en medio de los Alpes, a 3200 metros de altura. Se barajaron muchas hipótesis, desde que había sido perseguido por cazadores rivales hasta allí, o que habría sido parte de un sacrificio, pero recientemente se supo que lo que lo mató fue una única flecha que quedó alojada en su espalda. Está claro que con eso no alcanza para esclarecer el misterio.
Ötzi fue un hombre de mediana estatura, 1,65 metro de altura, 50 kilos de peso, y cerca de 45 años de edad. Gracias a que fue congelado poco tiempo después de su muerte, casi no ha sufrido deterioro. Análisis de polen descubierto entre sus ropas, y del esmalte de sus dientes, permitieron saber a los investigadores que Ötzi pasó su juventud cerca de lo que hoy es Velturno, en el Tirol del sur, Italia. Pero luego vivió en los valles, unos 50 kilómetros al norte de allí.
Analizando el intestino pudieron dar con sus últimas dos comidas; la última de ellas consumida sólo ocho horas antes de su muerte. Una fue carne de sarrio, una cabra típica de los Alpes, y la otra de ciervo colorado con pan de hierbas. Ambas comidas acompañadas por granos, raíces y frutos. Analizando el pelo, pudieron saber que esta dieta, junto con varios tipos de hierbas y semillas, eran sus comidas habituales. El polen descubierto, mezclado entre los alimentos, también pudo indicarles a los investigadores que Ötzi murió en primavera. Pero eso no fue lo último que comió, ya que en 2009 una tomografía computada del estómago reveló lo último que había ingerido tan sólo dos horas antes de su muerte. Se trataba de carne de íbice, una cabra salvaje de los Alpes.
Sus pulmones estaban oscuros, pero no por fumar, sino por respirar el humo de los fogones. El cabello, por su lado, evidencia un alto contenido de cobre y arsénico. Ötzi contaba con un hacha de cobre que era pura en un 99,7 por ciento. Todo esto llevó a los científicos a creer que el Hombre de Hielo tal vez se dedicase a la fundición del cobre. Sus huesos indican una contextura típica de gente con mucha movilidad en terrenos montañosos, lo que hizo creer que Ötzi pasaba gran parte de su vida también pastoreando en las grandes alturas.
Su salud no era la mejor de todas, ya que mediante tomografías computadas descubrieron que tenía parásitos intestinales. Una de las dos uñas que se le encontraron tenía tres líneas de Beau, que son indicadoras de que estuvo gravemente enfermo al menos tres veces en los seis meses anteriores a su muerte. Un análisis detallado de estas líneas pudo precisar que la última enfermedad duró dos semanas, y ocurrió apenas dos meses antes de fallecer.
En un principio se creyó que a Ötzi lo había agarrado desprevenido una tormenta de nieve, y que habría muerto de frío. Otras especulaciones rondaban un sacrificio ritual, creyéndolo un jefe, por el hacha con la que fue encontrado.
En 2001 las tomografías y rayos X revelaron una punta de flecha alojada en su hombro izquierdo, que hacía juego con una rajadura de su abrigo. Lo que llevó la investigación hacia el asesinato. Al investigar más a fondo, se descubrió que el asta de la flecha había sido removida poco antes de su muerte. El cuerpo estaba repleto de moretones, heridas en las manos, muñecas y pecho, y un golpe importante en la cabeza. En la herida del hombro, lindera con la espalda, recientemente se han descubierto glóbulos rojos, los más antiguos descubiertos hasta la fecha. Estos indican que Ötzi murió pocas horas después de sufrir la herida.
En las manos, en la ropa y en sus armas, también se encontraron rastros de sangre, pero de diferentes personas. La reconstrucción de los investigadores, a la luz de las nuevas evidencias, indica que Ötzi habría sido parte de un grupo que participó en una escaramuza con un grupo rival, y no le fue nada bien. En su ropa hay evidencias de que debe haber cargado a algún camarada herido durante un tiempo. Pero su propia herida lo debe haber obligado a abandonarlo. La posición en que fue encontrado Ötzi en 1991 –boca abajo, el brazo derecho cruzado bajo el pecho– es indicadora de una muerte solitaria, debida a la pérdida de sangre, frío y debilidad ya insostenible. Cinco mil años después, tras 20 años de investigación, el misterio de Ötzi, un verdadero Cold Case, finalmente se cierra.
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