Sábado, 26 de enero de 2013 | Hoy
Por Mariano Ribas
El actual modelo del planeta enano Ceres fortalece la idea de que el Cinturón de Asteroides –al menos en su parte media y externa– no es, ni fue, una región “seca” del Sistema Solar. Y que desde allí pueden haber llegado a la Tierra aportes de agua muy significativos. En 2004, por primera vez, el Telescopio Espacial Hubble logró revelar, con aceptable detalle, el aspecto de Ceres, el objeto más grande (por lejos) de aquel colosal anillo de requechos interplanetarios. Y lo más evidente que brotaba de esas imágenes era la forma casi perfectamente esférica del que, dos años más tarde, sería recategorizado como planeta enano. Algo inédito, y por demás sugerente, en un reino de cuerpos menores y completamente deformes.
Una vez que se determinó con precisión el diámetro (unos 950 kilómetros), volumen y masa de Ceres, quedó bien en claro que se trata de un objeto bastante “liviano”: su densidad media es de 2,1 g/cm3. Poco en relación con los planetas rocoso-metálicos (como la Tierra o Mercurio, que superan los 5 g/cm3). Y, más curioso aún, poco comparado con la densidad media de los asteroides (que ronda los 3 g/cm3). Una densidad semejante parecía más acorde con algunas lunas de Júpiter y Saturno. Objetos que son bolas de hielo con corazones rocosos. Y cuando hablamos de hielo, hablamos esencialmente de agua congelada.
A partir de su forma, tamaño y masa (que implicaría una estructura geológica diferenciada), de las observaciones del Hubble y otros súper telescopios, y de distintos modelos teóricos (como los presentados en 2005 por astrónomos de la Universidad de Cornell), la maqueta actual de Ceres es muy interesante: un duro carozo de roca, de unos 400 kilómetros de radio, un manto de agua congelada de unos 100 kilómetros de espesor, y por fuera, una fina corteza, oscura y polvorienta. Si así fuera, Ceres tendría más agua que la Tierra (aunque casi toda congelada, salvo en su parte más interna).
Avalando este modelo, en los últimos años se han realizado estudios espectrales que sugieren la presencia de minerales hidratados en la superficie del planeta enano. Y éstas, claro está, son observaciones directas. Sólo nos resta esperar el arribo de la sonda Dawn (NASA) a Ceres, en febrero de 2015. Y entonces, seguramente, estas húmedas y fascinantes cuestiones encontrarán una ansiada confirmación.
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