Sábado, 4 de enero de 2014 | Hoy
PALEOANTROPOLOGíA: CORREDORES DE AYER Y DE HOY
La evolución hizo del Homo sapiens un gran corredor capaz de regular su temperatura y mantener la carrera constante. Y la tecnología nos ha hecho más sedentarios y menos atletas. Aquí se habla sobre las diferencias entre los corredores del pasado y los corredores del presente.
Por Martín Cagliani
Imaginen a un atleta olímpico, uno de esos deportistas de raza que pasan su vida entrenando. Imaginemos que es un corredor de fondo o uno de velocidad, que corre entre 130 y 160 kilómetros por semana, como parte de su entrenamiento para las Olimpíadas. Ahora imaginen a quien está escribiendo estas palabras, que pasa gran parte de su vida sentado, moviendo los dedos nomás.
Quítense de la cabeza esa imagen que me echa unos cien kilos encima, ya que sólo analizaremos los huesos. Si miramos atentamente los huesos largos de las piernas, como la tibia o el fémur, se notará la diferencia entre el ejercicio que realizan cada uno de los ejemplos de los que hablábamos antes. Se ve en la dureza de la llamada diáfisis, que es la porción central de los huesos largos.
Ahora, ubiquen a un cazador recolector de hace 30 mil años al lado del atleta olímpico y del escritor. Los tres somos Homo sapiens, por supuesto. Pero el antepasado de hace 30 mil años nos miraría con desaprobación, ya que sus huesos evidencian una movilidad extrema, que incluso haría empalidecer al atleta que se pasa la vida corriendo. Es que, justamente, quien se pasaba la vida realizando actividad física era aquel antepasado prehistórico. Digamos que el atleta queda como un vago a su lado al ejercitar tan sólo algunas horas por día.
Gracias a gran cantidad de estudios que se realizaron sobre los huesos fósiles de humanos de entre 150 y 30 mil años atrás, se sabe que los huesos de sus piernas tenían todas las características de quien ha pasado su vida realizando una actividad física importante. Dentro de esos humanos está nuestra especie, los Homo sapiens, y nuestros parientes, los neandertales (Homo neanderthalensis).
El análisis de la estructura de la diáfisis en la tibia y en el fémur permite ver que había poca diferencia entre nuestros antepasados directos, los Homo sapiens de aquel período, y los neandertales que convivían con ellos. Pero los antropólogos Colin Shaw y Jay Stock, de la Universidad de Cambridge, Gran Bretaña, los compararon con cazadores recolectores más recientes, y con humanos actuales, y ahí se nota que el nivel de actividad física es muy diferente.
Para el estudio, los investigadores ingleses analizaron la rigidez de los huesos, incluyendo las de brazos y piernas, de atletas actuales, tanto nadadores como corredores, así como los de un grupo de control de personas que no realizan ejercicio. No fue difícil notar en los huesos la diferencia entre sus historias de vida.
En el grupo de los atletas se notó una mayor rigidez en la diáfisis de los huesos largos, pero fue interesante el hecho de que en los nadadores la rigidez fue mayor en los huesos de la parte superior del cuerpo, mientras que en los corredores fue en los miembros inferiores.
Contando con esos datos, realizaron otro estudio comparativo que incluyó a cazadores recolectores actuales o de los últimos siglos. Estos últimos presentaban un patrón de actividad física muy parecida a la de los atletas actuales. Por ejemplo, los cazadores recolectores de las islas Andaman eran comparables con nadadores olímpicos. Por otro lado, cazadores recolectores de Sudáfrica eran similares a los corredores profesionales.
Similar no significa igual. Un atleta se ejercitará algunas horas al día, mientras que un cazador recolector realiza una actividad física constante, que incluye caminar o correr por terrenos desnivelados, como una colina o montaña.
Hemos visto en ediciones pasadas de Futuro que el Homo sapiens es una especie adaptada para ser un corredor de fondo perfecto. Partiendo desde la construcción de nuestro antepasado Homo erectus, de hace unos 1,8 millones de años, pasando por los primeros Homo sapiens de hace unos 200 mil años, se ha llegado a un cuerpo especialmente preparado para poder soportar una actividad constante, y correr durante horas sin que le explote la caldera.
Los investigadores británicos realizaron un tercer estudio en el que incluyeron huesos de Homo sapiens y de neandertales de hace más de 30 mil años. Así pudieron ver que la diferencia entre estos últimos y los grupos anteriores era muy grande. La rigidez de la diáfisis de tibias y fémures de estos antepasados de hace decenas de miles de años es la de una persona con muy altos niveles de movilidad. La mayor movilidad se encontró en un individuo neandertal de hace unos 70 mil años, conocido como La Ferrassie 2, quien ostenta el record dentro del estudio.
Esto confirma que tanto los neandertales, como nuestros antepasados H. sapiens, tenían una actividad diaria que supera por mucho la de cualquier persona actual, incluso la de un atleta profesional. Caminaban o corrían muchos más kilómetros que un cazador recolector reciente, y todavía más que un atleta que entrena todos los días.
Así se ve que la actividad física humana decreció en los últimos 10 mil años, en parte debido a que mejoraron las técnicas para obtener alimentos. En la actualidad esa mejora se materializa en el hecho de que sólo debamos caminar hasta la heladera para obtener nuestra dosis diaria de nutrientes, a lo sumo, de vez en cuando hasta el supermercado o el almacén.
La humanidad se ha vuelto cada vez más sedentaria gracias a la tecnología, al grado de que, hoy en día, el mayor problema nutricional es la obesidad, y que muchas dolencias físicas, como el dolor de espalda, se deban a que pasamos la mayor parte del tiempo sentados, en vez de realizando alguna actividad física. Cada día nos alejamos más del estilo de vida al que se ha adaptado nuestro cuerpo, así que será cuestión de esperar a que la evolución siga su curso y nos moldee una vez más.
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